De Bavaria y del mundo. Este restaurante muniqués es fiel reflejo de las tendencias culinarias regionales mezcladas con toques mediterráneos. El trabajo de su equipo, capitaneado por el chef Hans Jörg Bachmeier, se degusta y disfruta entre la admiración y la sorpresa.
La sobria puesta en escena en Blauer Bock, situado en los bajos de un antiguo edificio convertido en hotel, contrasta con el colorido que desfila sobre las mesas. No es excesivo, pero sí suficiente como para adornar y aderezar unos platos de forma divertida y restar formalidad al entorno, por el que pasan desde trajes de noche hasta jeans y camisetas.
Son aderezos que acompañan pero no se mezclan con el producto protagonista. Para el cocinero, el secreto de una comida perfecta es que no tiene secreto. De ahí que presente delicias de río, verduras y carnes prácticamente desnudas. El pato, la ternera y el cerdo se alejan de contundentes guisos para transmitir todo su potencial y su sabor junto a pequeños guiños de frutas y hortalizas. Lo mismo los pescados, desde la perca a una excelente selección de caviar o, incluso, un atún rojo recién traído del Mediterráneo, para aquellos que añoren España y sus costas.
La carta de vinos agrupa los mejores de Europa pero, estando en Múnich, es casi obligatorio el maridaje con la cerveza por excelencia en la ciudad, una Paulaner bien fría en sus distintas variedades, que aquí se bebe en copa de tinto.
"Más que los premios, buscamos la satisfacción de nuestros clientes", asegura el chef. Pocos, desde luego, podrían salir indiferentes al descubrir que Bavaria ofrece mucho más que sus famosas salchichas blancas. Comer bien es siempre de agradecer cuando se está fuera de casa. Y Blauer Bock es apuesta segura.
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