París es la ciudad de la moda, el glamour, el arte, el amor y los sueños; es la urbe de la Torre Eiffel, del Louvre, de Notre Dame y del Moulin Rouge, es la maison de Dior y de Chanel, también de Louis Vuitton y destino predilecto de los perfumes que nace en la ciudad más aromática del mundo, Grasse; París es, además, una ciudad muy rica en lo gastronómico no sólo por la variedad en cuanto a su oferta de restauración -algo que sucede, incluso más que aquí, en todas las grandes ciudades- sino también por la excepcionalmente creativa cocina francesa. Es precisamente a lo que vamos hoy a París, a comer, y lo hacemos en un club muy especial, el Blanche, un club deportivo y privado con sauna y spa que cede su primera planta a un restaurante en el que admite comensales aunque no sean socios del club.
Jean Imbert es el responsable de una propuesta gastronómica que parece consciente del lugar en que se sirve tanto por la riqueza arquitectónica del edificio en el que se ubica el Club Blanche como por tratarse de un club deportivo en el que el cuidado de la alimentación es asunto esencial.
En la carta del B.B. -el restaurante del Club Blanche- descubrirás no sólo platos deliciosos tan ricos en hidratos o proteínas como puedas desear sino también propuestas sin gluten o aptas para veganos; al B.B. se va a comer rico y sano y también a descubrir como es la gastronomía francesa cuando pone su creatividad al servicio de de nuestra salud dándonos el gusto de disfrutar de los platos que degustamos ¿se puede pedir más? probablemente no.
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