Madrid no tiene mar. Hay que asumirlo. Es uno de sus pocos puntos débiles y no hay remedio posible. Por eso en época de buen tiempo se multiplican las terrazas que emulan a los beach clubs ibicencos y a los chiringuitos del sur, espacios que abarrotan sus mesas de una clientela que añora una escapada a la costa y se sienta a soñar que escucha las olas con o sin caracola en mano. Uno de los últimos en abrir hace honor a sus dimensiones: 90 Grados.
La especialidad de este nuevo meeting point es el propio establecimiento: Un amplísimo local prácticamente transparente, abierto a la calle y al cielo cuando el tiempo lo permite, en el que será difícil encontrar mesa el próximo verano. Restaurante, lounge, afterwork, cocktail bar... Lo tiene todo y a todas horas para ver pasar las horas en uno de sus rincones olvidándose del mundo.
Lo facilita su carta fresca, su barra de tapas informales, sus platos express, su brunch los fines de semana y, sobre todo, sus cócteles, servidos por el premiado Joel Jaman, bengalí de cuyo mixer brotan auténticas obras de arte.
Apostarse a refrescarse con cualquier de éstos, picoteando entre amigos unas croquetitas variadas, un tataki o un tartar, o leyendo la prensa con un café y una de sus tartas caseras (mención especial para la de queso y la de zanahoria) es de lo más apetecible hoy por hoy en la zona de Retiro. A falta de chapuzón, más vale zambullirse en 90 Grados.
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