Para los ingleses es la refinada hora del té. Para nosotros, la merendola de toda la vida. Después del brunch, el drunch, el afterwork... ¿Hay vida más allá de la comida?
Sí, parece que sí, la hay. Y lo cierto es que puede que la fórmula más exitosa la hayamos tenido toda la vida delante de nuestras narices, día a día, cada tarde.
Admitámoslo, aquí no somos de desayunos que se transforman en comida, somos más de comer y dejar el café y el dulce para el final y no al revés. No somos de cenas tempranas, todo lo contrario, ni tampoco de tés a primera hora de la tarde que, más que servirnos como tentempié, nos hacen de postre cuando alargamos las sobremesas de mediodía, algo también muy habitual.
Así que, qué narices, merendemos. De manera más sofisticada o menos. Con infusiones o cafés, con macarons franceses, scones escoceses o churros patrios con chocolate, de una forma más sana o más caprichosa, pero merendemos, y llamemos a las cosas por su nombre, que para eso es nuestro. A las 6, a las 7, a las 8... Cuando te plazca, como en casa, como antes.
En Madrid y en Barcelona se reinventa un concepto que parecía olvidado en favor de fórmulas extranjeras. Ahora se funde con las mismas y, por fin, ya sí, es la hora de la merienda en el hotel Ritz, en el Majestic, en TATEL, en Lady Madonna, en Caelum, en La Marquise Décadente... Disfrútala, saboréala y piensa en el siguiente paso: ¿Llegará pronto el que devuelva a la vida al sándwich de Nocilla? Por pedir que no quede...
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
-
10