Creado en 1872 en Cuba, Matusalem es el primer y único ron elaborado mediante Solera. El proceso, genuinamente español, se empleaba en la maduración y envejecimiento de los brandis y los vinos de Jerez. Por aquel entonces, los hermanos Benjamín y Eduardo Camp se llevaron a la isla las barricas, la experiencia y el método patrio para crear un nuevo sabor a partir de la caña de azúcar. Cómo idearon semejante genialidad, sólo ellos lo saben. Bueno, ellos y su cómplice Evaristo Álvarez.
Andaban los tres por Santiago de Cuba en busca del lugar adecuado para desarrollar el producto cuando una bandada de golondrinas sobrevoló la vieja fábrica donde finalmente instalaron su destilería. Fue como una señal. Desde ese momento el pequeño pájaro oscuro se convirtió en el símbolo de Ron Matusalem y la solera en uno de los secretos del sabor de la distinción, la elegancia de lo clásico y atemporalidad. Casi un siglo y medio después, el legado de la marca pervive en este espirituoso refinado que funde los aromas tostados de la madera, el ritmo de la isla y la alquimia de sus creadores.
Es el cuarto año que Ron Matusalem participa en Casa Decor. La feria de decoración por excelencia de nuestro país celebra su 56ª edición en un edificio singular en pleno centro de Madrid. Este ron cubano súper Premium, cuya esencia flota por la exposición, inspira cuatro de sus espacios —Muher, Vorwek, Sixty Pro y Dica—, todos ellos caracterizados por la elegancia, las geometrías, los contrastes, el eclecticismo estético y el respeto por el medioambiente y los recursos naturales, tan ligados a los valores la marca.
Claro que no es nueva la alianza de Ron Matusalem con el arte, la vanguardia y el diseño. ¿Cómo no va a ser si la firma se alimenta de la inspiración y el hedonismo, del buen gusto y la creatividad, del placer de disfrutar de la vida? En esta ocasión, la complicidad entre la genialidad creadora de Teresa Sapey —arquitecta, diseñadora, interiorista e italiana nacida en Cuneo— y Luca Bonsignori —también italiano y Brand Ambassador de Matusalem— nos acercan a los secretos de la excelencia a través dos disciplinas tan (aparentemente) distintas como la arquitectura y la coctelería de lujo.
¿Raro? Pues no. Porque el truco radica en la sencillez y ésta en la capacidad de ser imperfectamente compleja —a ver, que esta frase es de Teresa y yo la asumo desde hoy como mantra—. A lo que vamos. Ella, poeta de la luz y el color; él, de las emociones líquidas. La simbiosis entre ambos nos conduce directamente hacia la comprensión del arte de la vida.
La Casa de Tomás Allende
El edificio —construido 1916 por Leonardo Rucabado— se distribuye en bajo comercial, seis plantas sobre de unos 600 m2 cada una y sótano. Dispone también de una terraza con vistas sobre el centro de Madrid. La mayoría de los espacios interiores, de techos altos y acabados señoriales, cuenta con balcones a fachada, tanto hacia la Plaza de Canalejas como a la Carrera de San Jerónimo.
La fachada es un magnífico elenco de los oficios artesanos tan apreciados en las construcciones de finales del siglo XIX y principios del XX: solana cántabra, grupos escultóricos en piedra caliza (heraldos, escudos, columnas, guirnaldas, leones, emblemas, medallones, veneras) y ladrillo visto dispuesto al estilo mudéjar; cerámica de Daniel Zuloaga y rejería de Francisco Torras. Completan el conjunto las magníficas vidrieras de la casa Maumejean.
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Casa Decor 2021 permanecerá abierta hasta el próximo 27 de junio, de 11:00 h. a 21:00 h. Casa de Tomás Allende. Plaza de Canalejas nº 3. Madrid.
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