Valerie Iribarren, chef de este restaurante de la calle Barquillo, en Madrid, hizo una apuesta: cocina criolla. Y apenas un año y medio después, la respuesta de su clientela confirma que no estaba equivocada. La gastronomía latina gusta, y mucho, más cuando se acompaña de autenticidad.
Por ello, ahora renueva la oferta con platos rescatados del recetario tradicional. Son más complejos y elaborados. Por ejemplo, cerdo con salsa de tamarindo, chupe de gallina, gambones tempurizados en coco o tarta de queso criollo acompañada de jalea de guayaba. En cada uno, imprime su sello y, atendiendo a la demanda de quienes le visitan con frecuencia, las empanadillas y las arepas ahora se presentan con nuevos rellenos.
Tampoco abandona sus recetas estrella, como la ropa vieja o el pescado frito “como en la playa” con chips de plátano macho. De esto se ocupa Valerie y de otra parte fundamental, la bebida, su hermano Nico.
El barman uruguayo le pone empeño a la ronería, de nuevo, al más puro estilo caribeño. Con más de 50 rones y cócteles para todos los gustos. Por ejemplo, Expresso Martini, Quinotinha y Select Tonic.
Y los domingos, llega el momento de disfrutar solo del brunch.
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