Cuando su mente divagaba hilando ideas a su antojo, el resultado podía ser de lo más pintoresco; así estaba aquel domingo, divagando y sonriendo porque sabía que el cuadro que pintaba en un día y en su mente libre de dirección, hubiera sido también muy del antojo de él y su apasionado gusto por la vida.
Lo primero sería, sin duda, la compañía porque la vida, más que los lugares, la hacen las sonrisas y los abrazos, los buenos ratos, las miradas de ida y vuelta, las palabras que vienen y van y los besos al aire. Contaría con Mafalda por su ironía y su saber, por su gracia, por tantas risas y tanto buen decir.
Lo siguiente sería, sin duda, poner música porque la alegría tiene ritmo y tiene son y el día que estaba dibujando en sus detalles era un día perfecto; la banda sonora sería cosa de Coldplay porque su cielo lleno de estrellas la incitaba a sonreir y mover los pies tanto como hiciera aquel viva la vida de tiempo atrás.
Bien acompañada y a buen ritmo, lo suyo era pisar calle, zambullirse en la vorágine urbanita que por más que la agotase o despertara en ella cierta angustia, tenía un magnetismo tal que renunciar a ella no era en modo alguno una opción; era el momento de rodar el día con el rostro al viento y sin capota, el de vestir con aire andaluz como decía siempre Matilde y lucir deslumbrante y pisando fuerte, el de renunciar a medir el tiempo para dedicarse vivirlo en sus minutos mirando al mundo de frente y a la cara; y entre tanto disfrute, un receso, un descanso de mesa y mantel para darle también el gusto a la boca.
Mediado el día quedaba la tarde para presumirse, como hace siempre Scarlet, y elegir destino tan infinito como su piscina para conectarse al mundo o desconectarse al gusto y, más que nada, para ver tanto como éste tiene que ofrecer.
Pensando en viajes revisó las fechas de su vuelo y los pasajes del espectacular crucero en el que que había elegido perderse aquel verano; era ya momento de comenzar a deshojar la margarita y decir qué viajaba y qué no.
Y al cerrar la velada de su día imaginario guardando en su maleta un Twin Set, no pudo menos que sonreir y pensar que, en realidad, de un mundo con días así no querría bajarse nunca...
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