Su vida alrededor del mundo le había enseñado a soportar las escalas en los aeropuertos como algo más que tiempos muertos; se paseaba por la terminal de turno observando los pequeños detalles, que eran para él pinceladas del estado del mundo; ese día, en esa escala, compró una gran bolsa de golosinas e inició su particular paseo saboreándolas como sólo quien conserva un algo de su ilusión y sentir de niño puede hacer ...
Sonrió a una bella mujer con un manolo al cuello al descubrir que lo miraba con cierta duda, probablemente por su aspecto de mochilero descuidado; se fijó también en las divertidas gafas de un joven que apuraba el paso y una bebida luminosa a un tiempo, imaginó que el vuelo al que llamaban a embarque era el suyo … Le pareció curiosa la disposición de tres carteles publicitarios: entre un utilitario de lujo y una exposición de fotografía, una tienda de ropa íntima; tres productos dispares pero con un mismo fin, dar gusto a los sentidos, darse el gusto, incluso gustar y gustarse … Y le pareció bien, porque nadie merece un regalo como la vida si no es para disfrutarlo, como nadie merece tampoco un castigo como la vida sin opción alguna de disfrutar, ni tan siquiera de vivir … le parecía estar escuchándola a ella dirigirse así a un grupo de voluntarios en África ...
Tan intensa fue la sensación de su voz que no pudo evitar girarse … y allí estaba, en directo desde Antigua. ... Vestía de blanco, con la sonrisa justa y la mirada fija en la cámara, hablando siempre directo a los ojos del que escucha, junto a ella una mujer, de rasgos indígenas, que sostenía a su bebé con un Mei Tei, mientras otros dos pequeños jugaban junto a ellas sobre una divertida alfombra ...
Se cortó la emisión desde Guatemala pero él permanecía ante aquel escaparate atestado de cosas como unos prácticos y modernos guantes, un original ratón, un Vaio de naranja… y se alejó de su sentir doliente cuando, en la misma pantalla en la que hacía pocos minutos estuviera ella, hablaban de una campaña de publicidad basada en la idea de un amor imposible entre almas gemelas. Fatal casualidad, pensó, o tal vez causalidad ...
Volvió sus pensamientos al punto en que estaban antes de que ella los invadiera desde el otro lado del mundo … Esa dualidad de la vida como regalo o castigo lo atormentaba ahora más que nunca porque, en los últimos meses había percibido, en diferentes detalles y lugares, que algo estaba cambiando en el mundo, y en ese cambio cifraba él sus sueños … en que esta vez ganaran los buenos … Y no estaba dispuesto a aceptar que lo tacharan de iluso, el mundo se movía, y la decisión y acción de cada persona haría que ese movimiento fuese para bien de todos … o hacia el abismo de siempre ...
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