The Sunday Tale

Sueños

Pequeña, menuda, discreta, sencilla, descalza en un vestido negro y caminando sobre una alfombra cálida, suave, mullida...

Pequeña, menuda, discreta, sencilla, descalza en un vestido negro y caminando sobre una alfombra cálida, suave, mullida, que pedía pasearse y tumbarse en ella... se acercó a la joven emperatriz que tejía la seda de un minúsculo montón que parecía no tener fin; acarició la tela, la seda, el pañuelo sin principio ni fin, en continua confección... como si el tiempo se hubiese parado y la emperatriz tejiese cada minuto el mismo punto que el minuto anterior.... y que el siguiente.

Y un aroma, uno fresco, húmedo, a mar y a río, a bosque y cascada... uno sentido en cada letra, en cada rasgo de cada letra, en el sólo pensamiento de una letra... Y a su alrededor oro, en contraste con su ser inocente, sin color ni fondo alguno, sin hacer y deshaciéndose, empezando por el pelo cada vez más claro, más rubio, casi blanco... o nada.

Un paso fuera de la alfombra, quizá dos... y oriente se difumina y se pierde, el tiempo avanza en un big ben de pulsera y se detiene en una menina azabache mientras un plato portugués gira y gira en su particular vuelta al mundo...

Despertó sin saber que despertaba... como tampoco había sabido que dormía... aquella música, aquel agradable repiqueteo de notas, aquel ♫ blues... la pequeña muñeca en su vestido negro junto a la Torre Eiffel... y aquel aroma, el aroma de París, de Grasse... el aroma de los sueños vividos, ya cumplidos, de los nuevos deseos y anhelos, de los nuevos sueños y las nuevas ganas... y él, naturalmente, su aroma y ese verde que parecía colorearle los ojos y dibujarle una sonrisa mayor si cabe que la que tenía por costumbre lucir.

- ¿Duermes? -  le preguntó él al verla recostada en el sofá y no lograr dicernir si los ojos se abrían o cerraban; ella lo miró... - en realidad soñaba - dijo - y ya no, ya no recuerdo... - la muñeca del vestido negro se difuminó y se perdió en su memoria como antes se había perdido la emperatriz que tejía la tela y la seda - los sueños se olvidan amenudo al despertar - le recordó él - pero no sus sensaciones y emociones... son su ratro, sus pasos, sus migas de pan hacia los sueños que parecen olvidarse... - ella sonrió y se acomodó de nuevo en el sofá, dejándose llevar por las sensaciones del sueño olvidado, por el regusto dulce y agradable de aquellos minutos alejada de sí misma, del mundo y de la vida, refugiada en sus sueños, en las vidas inciertas que su mente quisiera dibujar porque quizás ahí estaban sus respuestas, las piezas del puzzle que parecían faltarle para armar su vida... y recordó el consejo que Paulo Coelho dejara lanzado al mundo... "Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él." Y sonrió al sentir el aroma a café de media tarde, el que emanaba de su agua y de sus posos, el sonido de las cucharillas sobre los platos, la caja de galletas al abrirse... y la vida por delante para saborearla.

Life Looks Good