The Sunday Tale

Sostenible

Érase una vez la reunión mensual de las palabras en su casa y con su Academia; aquel día SOSTENIBLE y CONTAMINACIÓN estaban en boca de todos.

En la gran casa de las palabras había mucho revuelo aquel domingo, solía suceder siempre el último domingo del mes en curso, cuando hacían balance del uso y desuso del que habían sido objeto todas las palabras del diccionario, era entonces cuando llegan las risas, los llantos, las quejas y los aplausos; y sobre todo era entonces cuando el mago mayor de la palabra, la Academia, partiendo del uso y desuso de las palabras auguraba cual sería el destino de la lengua en el mundo.

Aquel domingo había una palabra que estaba al borde de un ataque de nervios, tal era su crisis de ansiedad que hubiera representado un muy digno papel en la famosa película de Almodóvar; la palabra era SOSTENIBLE.

¡No me dan un respiro! se quejaba SOSTENIBLE amargamente, no importa de lo que estén hablando, me colocan en cualquier conversación como si fuera un objeto decorativo y lo hacen cada vez más, como si cada vez les gustase más o como si estuviesen ya ganando algo con solo usarme y manosearme.

Ah! exclamó CONTAMINACIÓN ¿ahora te quejas? ¡anda que no me has dicho veces que tú eras el resultado al desastre que yo represento! ¿y ahora que lo saben todos te quejas? ¿no será que no solucionas tanto como pensabas, listilla?.

Cuando la Academia entró en el gran salón, se hizo el silencio y SOSTENIBLE agradeció en el fondo no tener que responder a CONTAMINACIÓN para explicarle cosas obvias y evidentes a ojos de cualquier palabra con un mínimo de uso común.

La Academia caminó lentamente hacia el estrado en el que un cómodo asiento la esperaba y, nada más acomodarse, dirigió su mirada hacia SOSTENIBLE y CONTAMINACIÓN; fue ella quien dio las explicaciones pertinentes y fue ella también quien se atrevió a anticipar lo que sucedería a continuación... CONTAMINACIÓN perdió por un momento el gris de figura miestras SOSTENIBLE se quedó un instante colgada en el SOS para caer después sobre un sofá como si ni ella misma fuera capaz de sostenerse; SOSTENIBILIDAD se acomodó a su lado, dispuesta a acompañarla en la larga travesía de uso continuo, constante y excesivo que le había augurado la Academia.

Como sabéis, o deberíais saber, los parlantes no sólo usan las palabras para decir lo que piensan, lo que ven o lo que sienten, también las retuercen y exprimen hasta la última gota de su significado para convertirse en dueños y señores de lo que llaman la profecía autocumplida, es decir, para convertir en realidad aquello que no lo es a base de repetirlo, creerlo, convencer a sus vecinos de que lo crean en un magnífico acto de fe... hasta que lo impensable y lo incierto se convierten en realidad; en realidad, que no en verdad, porque la verdad es un concepto más completo y profundo, algo que los comunes parlantes no alcanzan a comprender.

Y por eso, porque el uso y desuso de las palabras está pensado para transformar el mundo más que para contarlo, debo advertiros que SOSTENIBLE no yerra, será usada para justificar teorías de lo más variopinto, algunas muy acertadas y otras terriblemente equivocadas pero sucederá que, como la carga de la prueba recaerá sobre ella y ella es, como cualquier palabra de uso común sabe y como incluso los parlantes conocen, una palabra buena, todo lo que se acompañe de ella, hasta el mismísimo diablo pintado de azul, parecerá bueno.

¿Por qué los parlantes no se limitan a utilizarnos para expresar aquello para lo que fuimos creadas? preguntó SOSTENIBLE ante los negros augurios de la Academia. ¿Por qué pervierten de este modo nuestro significado? ¿Por qué nos usan y desusan de un modo tan cruel?.

Tal vez, respondió la Academia, tal vez porque ellos no son tampoco dueños y señores de su lenguaje* aunque así lo crean, tal vez porque alguien en las sombras, un gran hermano**, mueve los hilos de las palabras en las mentes de los parlantes... con el ánimo de dominar el mundo.

+

*Lenguaje: o neolengua (concepto 'orwelliano')
**Gran Hermano: alusión a la novela de Orwell 1984
(no al programa de televisión, por Dior...).