The Sunday Tale

Olvido

Érase una vez la historia de un olvido imperdonable.

No estaba aquel día para cuentos ni eran los cuentos el consuelo que buscaba; estaba irascible e indignada, profundamente decepcionada y harta, con ganas de hacer la maleta y largarse a ninguna parte; era un mal día como lo habían sido los días anteriores y como parecía que serían los siguientes pero la tormenta pasaría y lograrían navegar el temporal; esa era su inconfesada convicción última aunque, ni aun aferrándose a esa idea, podía obviar la ofensa de aquel olvido.

Se rió de sí misma cuando, tras preparase un café y sentarse en la terraza dejando que el sol acariciara sus piernas, tomó el primer trago y descubrió que había olvidado echarle una cucharadita de estevia; desanduvo el camino a la cocina, solventó el olvido y volvió a sentarse en la terraza dejándose tocar por el sol de la mañana; había sido fácil solventar el olvido y pensó que en realidad la ofensa no era el olvido, era el silencio administrativo, era la ignorancia, era constatar como los olvidados no eran escuchados ni tan siquiera cuando gritaban ¡con lo fácil que podía ser solventar el olvido!. Pero no sucedería.

¡Ay la libertad! pensaba, si esa fuera la base de la sociedad en que vivía no habría olvidos ni recuerdos que ofendieran a nadie, cada cual viviría según se le antojara y no habría más límite a esa libertad que el respeto a la libertad ajena... ¡con el gobierno hemos topado! y con mucho más que el gobierno porque el respeto al discrepante se había diluido como la estevia en su café y, en el mejor de los casos, se cubría con un manto de... olvido.

¿Por qué olvidar lo inolvidable? porque molesta o dificulta... y porque si los olvidados son pocos ¿a quién le importa? ¡ay amigo! eso, si los olvidados son pocos y cobardes, tal vez funcione... pero no si son pocos y libertarios, pocos y combativos, pocos y resilentes... Entonces cabe que suceda que esos pocos olvidados, con su solo esfuerzo y su constancia, encuentren su propio camino para seguir adelante y después, cuando alguien los recuerde porque, por poner un ejemplo, su voto importe, tal vez sean ellos los que olviden que su voto importa ¿por qué? porque cuando lo necesitaron no importó, porque fueron pasto del olvido.