The Sunday Tale

Isabel

Isabel es nombre de reina. En Inglaterra, Gran Bretaña y todo el Reino Unido, en la Commonwealth, en España y en todos los países que un día fueron España...

Hacer pereza es cosa típica del domingo, de cualquier domingo; para eso se inventó el domingo, para hacer pereza; pero ella solía aliñar su pereza con un desayuno tardío, un paseo, un hojear el periódico e incluso una visita al kisoko y aquel domingo hacía pereza incluso para eso porque para quien la reina Isabel II no era la mejor reina del mundo era un icono pop e incluso los republicanos más republicanos de Sudamérica la despedían con respecto ¡con afecto incluso! a pesar del salvajismo inglés con los indígenas mientras juraban odio eterno a quien les llevó lo que es hoy su cultura, a quien promulgó la igualdad entre indígenas y conquistadores ¡anda! Otra Isabel. Isabel de Castilla. Definitivamente, Isabel es nombre de reina.

Isabel es nombre de reina. No porque el reinado más longevo de la monarquía británica, probablemente la más suntuosa y pomposa del mundo, lo coronara Isabel II, al fin y al cabo la segunda Isabel que reinó en el Reino Unido, por más que lo hiciera durante 70 años largos y por muchas crónicas que la conviertan en icono de una época, no dejará una impronta tan profunda como lo hizo la segunda reina más longeva de la monarquía británica, la Reina Victoria (ella sí marcó una época, la victoriana...). Isabel es nombre de reina porque no hay una reina Isabel inolvidable, sino todo un elenco de ellas.

En la historia del Reino Unido hay dos, Isabel I, la última de los Tudor e hija de Enrique VIII y Ana Bolena que llegó al trono después de haber sido declarada hija ilegítima y de haber sido encarcelada durante el reinado de su hermana María; ¿la importancia de esta reina? ¡Mayúscula! Fue ella quien consolidó la reforma religiosa iniciada por su padre Enrique VIII y rompió definitivamente con Roma después de que su hermana María, que reinara antes que ella, tratara de volver atrás...

Mientras pasaba cerca del kiosko y veía sin quererlas ver del todo, las portadas de los periódicos y revistas se preguntó qué habría dicho ella de haber tenido que decir algo, para hablar de Isabel II... enseguida lo tuvo claro, su servicio a su país había sido su empeño, especialmente en los primeros años de su reinado, en mantener viva la esencia del antiguo imperio británico, la Mancominidad de Naciones. Y dado que había muerto siendo Jefe de Estado de 14 naciones de las 54 que todavía formaban parte de la Commonwealth, cabía reconocerle el mérito. También el de haberse convertido en un icono pop porque eso había afianzado más si cabe los ideales monárquicos (de las monarquías parlamentarias...) en los ingleses y tal vez también en los galeses, escoceses e irlandeses del norte.

Claro que en lo que ella seguía pensando es en el hecho cierto e innegable de que Isabel es nombre de reina... Y es que si Isabel I había sido importante para los británicos, no lo había sido menos sino más Isabel I de Castilla para los españoles; ella fue la Reina Católica, la artífice de la Reconquista y del Descubrimiento de América: 'Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien'. Eso ordenaba Isabel I de Castilla a quienes ponían rumbo a América, diga la leyenda negra lo que quieran que diga.

También los españoles tuvimos a nuestra segunda Isabel, también llamada la de los tristes destinos ¿tristes por qué? No sólo porque acabó exiliada y renunciando al trono (abdicó en favor de su hijo) ni porque vivió desde el exilio la convulsa I República, el reinado y muerte de su hijo Alfonso XII, la regencia de su nuera Maria Cristina y el inicio del reinado de su nieto, Alfonso XIII... sino porque era burla y mofa de un país entero, algo que ni a ella le sorprendía, esto dijo en una ocasión del marido que le buscaron: ¿qué podía esperar de un marido que llevaba en la noche de bodas más encajes que yo?.

Pues sí, pensó, Isabel es nombre de reina y eso, a la vista del kiosko, estaba claro.