La maestra entró en el aula con un lote de libros y las gafas deslizándose peligrosamente hacia la punta de su nariz, hizo como que no veía volar las bolitas de papel, como que no oía el jaleo y el barullo, caminó con paso apresurado hacia la tarima, se subió a ella, colocó los libros que cargaba sobre la mesa y se giró sobre sus talones mirando hacia la clase al tiempo que se subía las gafas. A regañadientes y arrastrando los pies los niños fueron ocupando sus sillas y pupitres, bajando el tono e incluso callándose... En solo unos segundos el caos que había en el aula cuando ella cruzó la puerta se convirtió en silencio y orden, un orden y un silencio sólo roto por un brazo en alto al fondo de la clase y un ¡profe! ¡profe! proferido por el dueño del brazo en alto. La profesora le dio la palabra y el niño preguntó ¿qué hay debajo de un iceberg?.
En lugar de responder a la pregunta directamente la maestra quiso asegurarse de que la clase sabía lo que es un iceberg -un trozo gigante de hielo que navega por el mar- definió escueta pero certeramente el mismo niño que había formulado la pregunta; -veréis- explicó la maestra -un iceberg es un trozo de hielo que esconde un secreto- bastó esta misteriosa formulación para que toda la clase mirara con gran curiosidad a la maestra esperando saber más del secreto de los icebergs.
-Los icebergs son inmensos témpanos de hielo, mucho más grandes de lo que parecen- al tiempo que decía estas palabras, la maestra trazó una línea sobre la pizarra que representaba la superficie del mar y dibujó sobre y bajo ella un iceberg -cuando vemos un iceberg vemos sólo la parte de ese témpano de hielo que está sobre la superficie del mar pero en realidad hay un trozo de hielo mucho mayor, hasta 8 veces mayor, bajo el agua...-
Una niña, sentada en segunda fila levantó su brazo e hizo uso de la palabra -por eso a veces los barcos no los ven y se estrellan con ellos como el Titanic ¿verdad?- La maestra se alejó unos pasos de la pizarra al tiempo que respondía afirmativamente a la niña aunque explicando también que los barcos cuentan con unos sistemas de navegación que les permiten localizar los icebergs y alejarse de ellos aunque se vean poco sobre la superficie.
-Entonces debajo de un iceberg lo que hay es más iceberg... ¿no?- dijo el mismo niño que había hecho la pregunta acerca de los icebergs con cierto grado de incomprensión en su voz y en la expresión de su rostro; la maestra lo miró haciendo un sutil gesto afirmativo que más que confirmar lo que decía el niño pretendía a que siguiera hablando para descubrir qué era realmente lo que no entendía...
-Es que dice mi madre que Yolanda es como un iceberg, que sólo se le ve la sonrisa pero que por debajo tiene la misma mala leche que Pablo... pero si un iceberg es igual por encima del mar que por debajo... no lo entiendo-.
-¡Yo sí lo entiendo!- dijo la niña de la segunda fila -eso es porque Yolanda y Pablo hunden barcos... o eso dice mi padre-.
En aquel preciso instante la maestra se alegró más que nunca de ser profesora de lengua -¿sabéis lo que es una metáfora, queridos?- preguntó a la clase corriendo un tupido velo sobre Yolanda, Pablo y lo que esconden tras sus palabras y sonrisas...