Las cosas no son siempre como parecen, pensaba, a veces sólo parecen como son y otras ni tan siquiera eso; tomó un pequeño avión antiestrés entre sus manos y, observando su facilidad para perder y hallar de nuevo su forma, comenzó a explicarse por qué las cosas no son siempre como parecen.
Y es que modelamos formas, su cabeza seguía girando, la forma de nuestro cuerpo, los gestos, las muecas, las risas... nos decoramos y complementamos a placer como decoramos y complementamos la casa, el coche y el rincón de la oficina que ocupamos... modelamos formas y ocultamos fondos.
Sabía que en ocasiones la distancia entre el fondo y la forma era una sencilla anécdota y otras un mundo incontable de historias y emociones que, ante la pura imposibilidad de mostrarse, vivía cual secreto en una especie de limbo inexistente entre el fondo y las formas que modelamos.
Anuló su cita de aquella tarde porque la invadió una sencilla certeza, la que afirmaba que rendimos nuestro tiempo al cuidado de las formas dejando para el fondo tan solo los minutos sobrantes y otros restos de una vida ¿era realmente así? no estaba segura, no podía saberlo...
Pero lo cierto era que modelar la forma era mucho más fácil que meterle mano al fondo, y tenía además resultados inmediatos. Era fácil, cómodo e incluso agradable ahumarse los ojos y enrojecerse los labios, elegir falda o pantalón y subirse a unos zapatos de escándalo, sonreir, lucir gesto amable y volver a sonreir...
Harina de otro costal era el fondo, acomodarlo y acomodarse en él, modelarlo a imagen y semejanza de una ética elevada y justa que, aun con sus carencias y deslices, era sana y era buena porque además ¿a quién le importa?
Su teléfono vibró y cantó arrancándole una sonrisa, porque era él quien silbaba representándose como la respuesta a aquella pregunta retórica. Claro que en su caso tenía poco mérito el asunto porque en él la forma era el fondo y el fondo la forma, porque la pasión regía su vida y arrasaba con cualquier distancia o discrepancia entre lo uno y lo otro.
Hablaron largo rato de una y mil cosas a cada cual más intrascendente, hablaron por el mero placer de oirse y escucharse, por besarse a viva voz y confesarse un te quiero callado en fondo y forma. Y, terminada la conversación, volvió ella a vueltas consigo y con lo suyo...
Volvió a intentar acomodar su fondo en su forma y su forma a su fondo para sentir de nuevo incompleta la foto a la que llegaba, pensó que estaba perdiendo el juicio, que probablemente hubiese algún nombre técnico que bautizase su locura...
Pero luego cayó en la cuenta de que, en realidad, al mundo no parecían importarle más que las formas modeladas... y saber que el invisible fondo de esas formas contenía tantas soluciones para la vida como el fondo del armario ideas para un atuendo, no podía ser más que una ventaja...
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