The Sunday Tale

D

El día que descubres que la vitamina D ha caído es el día en el que tu cuerpo te dice que se hace mayor... pero a pesar de todo recuerdas que no cualquier tiempo pasado fue mejor.

Revisó los resultados de su analítica para anticiparse a los consejos de su médico y por más que rebuscó en cada una de las hojas de aquel detallado informe no encontró más que un tercio de la vitamina D que debería tener; además se había descubierto tres canas en la melena ¿resultado? Tendría que empezar a hacer cosas de abuela... pasearse al sol, teñirse el pelo ¡alegría! Pero todo con gran dignidad, nada de vestirse como una corredora de jogging venida a menos (o a más, según se mire).

Sabía que la alternativa a hacerse mayor era peor así que procuraba no lamentarse pero tan claros avisos en la misma semana acerca del paso del tiempo sobre su cuerpo le parecieron un poco excesivos y hasta hicieron que rebotara en su cabeza aquella odiosa frase... cualquier tiempo pasado fue mejor.

No hizo falta mucho para que se diera cuenta de que no era así,  para empezar porque nunca el pasado es mejor que el presente, el pasado ya no existe, el presente es lo único que tenemos pero, además, bastaba dedicar la velada del sábado al frente sin novedad de Eric María Remarque hecho película para ser dolorosamente consciente de que el tiempo pasado fue peor, terriblemente peor.

Y se dio cuenta de algo más: al ver como los jóvenes alemanes ponían rumbo al frente con el ánimo de tomar París en pocas semanas y volver victoriosos a sus hogares recordó a otros jóvenes, también alemanes, de otra película, La Ola; eran en cierto modo los mismos aunque fueran distintos porque eran solamente jóvenes indebidamente formados e informados, debidamente uniformados y enviados a morir por Dios, por la Patria o vaya usted a saber por qué... E iban convencidos ¡felices inclusos! Inconscientes de que no llegarían a París ni a peinar canas, que no perderían la vitamina D en analítica alguna ni tendría su vida más sentido que el de las guerras perdidas.

Sintió el mundo como una lotería y a los jóvenes como jugadores incautos, si tenían la suerte de seguir a un líder lúcido y honesto ¡albricias! serían afortunados, si por el contrario caían en la propaganda de quienes logran convencer a los jóvenes a medio hacer de cuánto más importante es la gente, el pueblo o la patria que todos y cada uno de ellos como individuos... se convertirían en una nueva generación perdida y una nueva legión de líderes ardería en el infierno.