The Sunday Tale

La luna es sueño

La luna es sueño y la vida es el sueño al suelo, cumplido o roto o es lo de menos, lo de más... lo de más es soñar.

Apagó la luminaria como quien apaga el sol a mediodía y permaneció en pie, sola, en la pequeña terraza. Era tarde pero el sueño no parecía tener intención alguna de vencerla aquella noche por eso encaminó sus pasos a la tumbona y no a la cama; fue entonces cuando su atención quedó prendida en una luna inmensa y luminosa.

El cielo era un lugar mágico y hermoso que en la noche se envolvía en misterio, recordaba el día en que empezara a mirar al cielo de modo distinto, con otra profundidad y otras ideas, era muy niña todavía pero, aun transcurridos los años y olvidados los velos que la inocencia y el temor sostuvieran sobre sus ojos, seguía refugiando su alma en el cielo con tan solo mirarlo desde el suelo.

La luna blanca y manchada sobre un cielo azul noche la llevaba al lapislázuli y al oro pero también al aguamarina y al mar porque era ella, desde su rincón del cielo, quien marcaba el paso al mar en sus mareas.

Su imaginación vagaba entre sus recuerdos y sus sueños hilando retazos de historias viejas... pensaba en sus playas de verano, en la calidez del sol y la finitud del tiempo que escapaba entre sus manos; soñaba con pasear Amsterdam de nuevo en bicicleta, con llegar a la Plaza Venecia atravesando la vía del Corso en scooter porque así es como se viven en Roma las vacaciones; y es que adoraba Roma y su magia, su glamour y su inconfudible estilo, su historia, su coliseo y su Fontana de Trevi... Recordaba aquella primera noche en Roma, el brillo de la luna y el sonido del agua, las calles estrechas, una vuelta, una esquina y, de repente, la luz de una Fontana.

Sintió unos labios en los suyos y abrió los ojos sabiendo que vería frente a ellos el profundo verde avellana en el que tendía a perderse -¿no hay sueño?- preguntó él, ella sonrió por toda respuesta... -cumplamos al menos uno este verano- propuso él entendiendo al vuelo aquellos labios callados -cielo y mar- dijo ella entonces y selló en aquel momento su próximo destino.

Sería un lugar de luz, un rincón dulce del mundo que no tiene más techo que el cielo ni más suelo que el mar, un mar aguamarina en el que navegar los sueños y sentirlos ciertos... -¿qué te ocurre?- preguntó entonces él directo a su emoción, sin preámbulo, sin opción a escapar de la cuestión al dar por sentado y hecho al formularla que algo le estaba ocurriendo, ella lo miró sin ánimo para responder -a veces es como si no ocurriera nada- confesó así algo sin decir nada y rindió de nuevo sus ojos a la luna.

La luna es sueño y la vida... la vida es el sueño al suelo, a veces hecho añicos otras hecho cierto, claro que eso al final es lo de menos, lo de más... lo de más es soñar.