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Paseando con Walser y Jakob von Gunten

"Jakob von Gunten" es la tercera novela de Robert Walser, la más amada por el autor. También la más discutida e innovadora.

Desconocido para el gran público, admirado por sus contemporáneos (Musil, Morgensten, Benjamin, Kafka) y venerado después por Canetti  y Vila-Matas (entre otros), Robert Walser (Biel, 1878 – Herisau, 1956) jamás conoció el éxito. Indisciplinado, propenso a la desaparición y la invisibilidad, amante de la belleza y la libertad —nunca supo adaptarse a horarios, restricciones, imposiciones de ninguna clase—, logró convertir el paseo en un acto sublime; y la escritura. También.

Huía de la notoriedad. Y paseaba. Simplemente. Para vivir y para escribir. «Encuentro, por ejemplo –escribía–, que la escritura corre pareja a la vida; se entrevera con ella». Muy a su pesar —no buscaba la gloria ni la genialidad y tal vez en ello radica la suya—, Walser era un vanguardista, un innovador, un visionario que elevó a la categoría de arte lo cotidiano, lo insignificante, el simple devenir. “No hace falta ver nada extraordinario. Ya es mucho lo que se ve”. Cualquier suceso o encuentro, por anodino que fuese, le servía como punto de partida. ¿Hacia dónde? Hacia ningún lugar. El rumbo para Walser no tenía mucho sentido.

La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sí. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistas interiores?

Dicen que nunca corregía lo escrito, que escribía con la misma naturalidad que caminaba: sin ningún fin, sin ambiciones, sin intención. Vagaba y divagaba al abrigo de lo arbitrario, de lo ínfimo, de la fugacidad, del acontecer inconcreto. No era, sin embargo y pese a su tendencia a la dispersión, su afición por el alcohol y su reclusión voluntaria en el sanatorio de Herisau —donde falleció el día de Navidad de 1956 entre hayas y nieve, en mitad de uno de esos paseos suyos—, un poeta maldito ni un escritor sombrío. Al contrario; de su prosa delicada, desnuda, sencilla, sosegada e impregnada de una puerilidad conmovedora, se desprende un profundo amor por el mundo y sus semejantes al tiempo que deja intuir su enorme desprecio (irónico y premonitorio) hacia la profunda estupidez a la que se aboca(ba) la humanidad del futuro.

Los que obedecen, en su mayoría, son copia perfecta de los que los mandan.

Paradoja que manifiesta a través del joven noble Jakob von Gunten —protagonista de la novela homónima publicada por Siruela— quien se inscribe en la Escuela de Muchachos Benjamenta, un lugar cuyo fin es formar buenos sirvientes: sumisos y eficientes, modestos y subordinados. Unos perfectos ceros a la izquierda. La aparente sencillez de la obra encierra un análisis de la vida al más puro estilo walseriano. Un monólogo interior preciso y elegante que enfrenta las pretensiones de éxito con ese afán por permanecer en el limbo de la invisibilidad, el desarraigo; en el límite (a veces tan difuso) entre la cordura y la locura.

Walser es uno de esos escritores a los que hay que conocer y volver a él una y otra vez; o mejor, uno de esos escritores a los jamás hay que abandonar. Muy a su pesar.

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Título: Jakob von Gunten
Autor: Robert Walser
Traducido del alemán por: Juan José del Solar

Siruela. Colección: Libros del Tiempo
ISBN-10: 84-7844-668-0 ISBN: 978-84-7844-668-1
Edición: 4ª, 2011
Encuadernación: Cartoné (Disponible en EPUB, Kindle)
Páginas: 128. Dimensiones:140 x 215 mm