Una hoja de papel cuadriculado arrancada a toda prisa de una pequeña libreta de espiral –menos mal que siempre llevo alguna en el bolso–, una frase corta y una firma casi indescifrable. “El recuerdo, a veces, se puede tocar”. Ese día –un caluroso domingo de junio del 2000– me dediqué a exhibir mi trofeo con orgullo, no podía evitarlo. Por inesperado, por espontáneo, por natural, por sincero; porque me acerqué a él sin titubear –teniendo en cuenta mi extremada timidez, fue toda una hazaña–, sonreí y le dije ‘nunca imaginé que un hombre fuera capaz de penetrar tan profundamente en el alma de una mujer, descubrir sus más íntimos recuerdos, soñar como una mujer, sentir como una mujer, hablar como una mujer, escribir como una mujer y, para colmo, hacerlo sobre una mujer tan extraordinaria, apasionada y fascinante como Laura Díaz’. Y lo solté así, de sopetón, sin pensar demasiado en lo que estaba diciendo. “No dejes pasar la ocasión”.
Alto, tez bronceada, canoso, interesante, educado. Su mirada directa y su atractiva sonrisa me cautivaron; ‘te voy a dar dos besos, si me lo permites’ –me contestó, con ese acento suave propio de las tierras mejicanas. Todo un caballero. Así era Carlos Fuentes. O así me lo pareció durante el rato que hablé con él ese domingo de junio en El Retiro, en una caseta de la Feria del Libro donde firmaba los ejemplares de su entonces última novela, Los años con Laura Díaz. A mi me firmó otros dos besos (eso escribió) en un trozo de papel de cuadritos porque a Laura ya me la había leído un año antes y muchos después.
Muchas veces después, muchas páginas subrayadas, muchas reflexiones sobre la personalidad de una mujer que me atrapó desde el primer momento. Me atrapó su inconformismo, sus contradicciones, sus luchas internas: “Se miraba y no solo veía dos edades. Veía dos personalidades. Veía a Laura razonable y a Laura impulsiva, Laura vital y Laura menguada. Miraba su conciencia y su deseo batallando sobre una superficie de vidrio, lisa como esos lagos de las batallas en las películas rusas”. Sus culpas, sus remordimientos, su afán por la vida, por sentir la vida, sus pasiones, sus Santiagos…
La novela es Laura, pero a través de ella y de sus idas y venidas, Carlos Fuentes hace un recorrido por la historia y la cultura del siglo XX mejicano. Un siglo convulso, complicado y lleno de conflictos donde todo parece gestarse de forma simultánea; desde los primeros años del siglo XX, la Revolución Mejicana y el levantamiento contra el presidente Porfirio Díaz hasta la matanza de estudiantes en plaza de Tlatelolco en 1968, por las páginas de la novela desfilan pintores, escritores, políticos, bohemios, héroes sindicalistas, anarquistas españoles exiliados… Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, Luis Cernuda, Gorostiza, Frida Khalo y Diego Rivera se entremezclan con personajes ficticios y hechos históricos como la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial o la caza de brujas de McCarthy. Los años con Laura Díaz es también el relato de una saga familiar que comienza en Catemaco en 1905 y donde cada uno de los veintiséis capítulos que siguen se van sucediendo en ciudades o lugares diferentes: Veracruz, Xalapa, México DF, Avenida de Sonora, Café de París, Lanzarote, Cuernavaca, Tlatelolco y Detroit.
Es este el pequeño homenaje de loff.it a un grande de las letras mejicanas fallecido el pasado 16 de mayo. Trotamundos, prolífico, creativo, encantador, amante del idioma y profundo conocedor del mismo, Carlos Fuentes es autor de otras muchas obras como La muerte de Artemio Cruz, Aura, Tierra Nostra o Gringo viejo, Premio Cervantes 1987 –entre otros– y figura clave en el panorama literario del siglo XX.
+Autor: Carlos Fuentes
Título: Los años con Laura Díaz
Colección: Biblioteca Carlos Fuentes
Páginas: 568
Publicación: 12/11/2008
Edición: mayo de 1999
ISBN: 9788420474786