Descubrir a una santa en el siglo XXI puede parecer anacrónico. Pero confesar que has sucumbido de manera irremediable ante su vida, su obra, su personalidad va a provocar el asombro de muchos. Tanto más cuando la santa en cuestión fue uno de los símbolos más utilizados por el franquismo como modelo ultraconservador y ejemplo de la perfección más rancia. Sin embargo, a poco que se escarba en la mística de Teresa de Ávila —y sin negar en ningún momento su vocación ni sacar de contexto su inmensa labor como reformadora eclesiástica— es fácil desmontar el mito creado en torno a la misma para (re)descubrir la deslumbrante identidad que se escondía bajo el hábito carmelita: una de las mujeres más fascinantes de la historia.
Inteligente, observadora y curiosa desde niña, Teresa de Cepeda Dávila y Ahumada nació con el sino de la persecución. Primero su familia. Descendientes de judíos conversos optaron por ocultar su apellido (Sánchez) para desviar la atención y eliminar las susceptibilidades religiosas que en los albores del siglo XVI estaban a la orden del día. Luego ella misma. Pues culta, lectora, escritora y para colmo, mujer, no podía resultar más sospechosa a los ojos de toda aquella infame cohorte guardiana del orden, la moral y las buenas costumbres religiosas que era la santísima Inquisición.
Como astucia tampoco le faltaba, Teresa sorteaba la censura del Santo Oficio. Como podía, desde luego. Y pese a no haber publicado jamás en vida ninguno de sus escritos, su autobiográfico Libro de la Vida fue secuestrado por los inquisidores y ella denunciada e interrogada en más una ocasión. Tal vez por ello y para ayudarla a librarse del asedio de sus detractores, Jerónimo Gracián le insta, casi al final de su vida, a escribir un libro de oración. Y ella escribe. Por obediencia y también por rebeldía. Ella, que miraba con horror cómo su madre se moría poco a poco en cada parto —uno tras otro y hasta doce, desde que se casó con catorce años—, la sorprendía casi a diario leyendo a escondidas y quién sabe si prefirió los hábitos para no acabar asfixiada por el yugo del matrimonio.
Pero, ¿qué hubiera escrito Teresa de no haber vivido jugándose el pellejo?
Eso es lo que nos cuenta Cristina Morales. La joven escritora granadina que, con Malas palabras —su segunda novela— se pone en la piel de Teresa de Jesús para reescribir y describir, en primera persona y con un delicioso tono entre antiguo y mordaz, la vida de la santa. Cristina se convierte en la Teresa del siglo XXI; una mujer ya madura, mucho más libre y arriesgada que a base de fragmentos sueltos dirigidos a su confesor nos habla de su niñez, de su juventud, de sus ansias, de su peculiar manera de entender la vida. ¿El resultado? El espléndido retrato de una mujer y una época lejanas que de repente vuelven a ser muy nuestras.
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Título: Malas palabras
Autora: Cristina Morales
Sello: LUMEN
Precio con IVA: 16.90 €
Fecha publicación: febrero 2015