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Kassel según Vila-Matas, ¿ficción o realidad?

Con humor, hondura y lucidez, Enrique Vila-Matas nos desvela desde Kassel la verdadera razón para escribir.

“Una extraña llamada interrumpe la rutina de un escritor”. Esta frase escrita en la contraportada de una de las novelas —lo dejo en novela por no entrar en matices que nos llevarían a una interesante discusión acerca de la peculiar estética literaria de un escritor como Vila-Matas— más esperadas del 2014 bien podría ser el inicio de cualquier otra obra tan genial (o no) como la última de Enrique Vila-Matas, Kassel no invita a la lógica.

Y es que, efectivamente, la obra es el resultado de la experiencia vivida por el autor después de que aquella extraña llamada que interrumpió todas sus rutinas, sus erráticos paseos por Barcelona y las placenteras ocupaciones de un “desocupado profundo”, le llevara a aceptar la invitación que se escondía tras la voz cálida de María Boston: participar en la Documenta 13 de Kassel. ¿Cómo? Escribiendo cada mañana en restaurante chino situado en las afueras de la ciudad más vanguardista de Alemania.

Y así, pese a lo grotesco de la propuesta y la inquietud que le provocaba la sola idea de sentarse a escribir en público, en septiembre de 2012 Vila-Matas se encamina hacia una de las expediciones más excitantes de su vida, un intenso viaje a través de la vanguardia en la ciudad, Kassel, donde de la vanguardia es cada cinco años el único modo de vida.

En Kassel, nuestro escritor se convierte en una instalación artística más; algo que, por otro lado, le horroriza desde el principio. Aunque no tanto el hecho de transformarse en una performance contemporánea, como la terrible sensación de desnudez que suponía sentarse a la mesa de ese insustancial chino de Kassel donde cualquiera podía espiar sus escritos. Era eso. La sola idea de no poder escribir en soledad. Horrenda perspectiva que el autor afronta jugando a “la identidad” con una maestría apabullante. Mediante un desdoblamiento magistral un bonachón Autre pasa a ocupar la terrible mesa china del Dschingis Khan hasta que Piniowsky, —personaje secundario de un relato de Joseph Roth— toma la iniciativa escribiendo en el lugar de ambos, mientras Vila-Matas disfruta del infinito placer del arte kasseliano y, como él mismo afirma, del descubrir la esencia misma de la literatura. La razón, la verdadera razón para escribir.

Aunque también juega con el paso del tiempo y los estados de ánimo (los suyos) que se suceden tercamente entre el día y la noche deslizándose con implacable suavidad, pasando de la inusitada euforia matutina a la más profunda melancolía que alcanza su cima con la puesta del sol. Hasta que el arte lo desbarata todo.

El Locus Solus de Raymond Roussel —entre otras muchas obras—, fragmentos de Nietzsche, Kafka, Cela o Walser, el leivmotiv de la feria —colapso y recuperación—, los largos paseos e incursiones en instalaciones sorprendentes, el concepto de mcguffin (frases o situaciones imprevistas que sorprenden y enganchan aunque no vengan a cuento o precisamente porque no vienen a cuento) van tejiendo la red que sustenta esta deliciosa novela-ensayo cargada de arte, ironía y sentido del humor, que sirve a Vila-Matas para comentar la vida y el mundo en relación con el arte e incluso desvelar el verdadero concepto emocional de vanguardia.

Ensayo novelado, novela pura o ensayo artístico, lo cierto es que Kassel no invita a la lógica pero sí a la lectura, al descubrimiento del particular universo de Enrique Vila-Matas. Un magnífico autor de estilo inclasificable que, sin duda, escribe en otra dimensión. En la dimensión de esa buena literatura que últimamente parece escondida entre bestsellers infumables, novelones comerciales y demás basurilla literaria que algunos se empeñan en vender como genialidades contemporáneas.

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Título: Kassel no invita a la lógica
Autor: Enrique Vila-Matas
Fecha de publicación: 18/02/2014
304 páginas
Idioma: Español
ISBN: 978-84-322-2113-2
Formato: 13,3 x 23 cm.
Presentación: Rústica con solapas