Bien encarrilado, colocado y felizmente casado, Gabriel de Araceli se retira de la escena, dando paso a Salvador Monsalud, Carlos Navarro, Juan Bragas y otra serie de personajes que van a seguir viviendo la historia de España a partir de 1814, momento en el que Fernando VII vuelve a España, convirtiéndose en el “peor rey de la historia” de nuestro país.
Vuelve la picaresca, las intrigas palaciegas, la corrupción, los personajes trepadores y demás calaña que, en un momento histórico dado, son protagonistas del gobierno de una nación. Una serie de personajes reales capitaneados por el propio rey, el cual caía en un error tras otro según iban poniéndose en práctica sus erróneas decisiones. Decisiones erróneas como la de anular la Constitución de 1812 tan sólo 2 años después de su promulgación, habiéndose logrado su nacimiento tras la cruenta Guerra de la Independencia. Pues la llegada de Fernando VII, más deseada que ninguna, da al traste con "La Pepa". Después, vuelta a aprobarla, para volver a revocarla a la fuerza, con la ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis, reinstaurando la monarquía absoluta.
Un rey que no trajo más que penas a una España desorganizada y convulsa, un rey con el que se pierden las colonias americanas, en posesión de España en esa época. Un rey que no tuvo hijos varones, por lo que tuvo que crear una nueva ley, según la cual las mujeres podían reinar en España. Buena idea, sin duda, pero una acción poco pensada y, de nuevo, desorganizada, que acaba provocando las Guerras Carlistas, una vez sublevados los seguidores de Carlos María Isidro, hermano del rey y aspirante varón al título real.
En definitiva, un cúmulo de despropósitos que conviene conocer, porque forman parte y son, en cierto modo, semilla de los sucesos que desembocarían en muchas de las atrocidades acaecidas durante el siglo XIX y buena parte del XX. Acontecimientos muchos de ellos, que Benito Pérez Galdós ni siquiera llegaría a sospechar. Este genio de la literatura española no sabría nunca que tuvo algo de visionario. Una pena que la vida de una persona dura lo que dura y no puede durar tanto como para comprobar que la historia repite los hechos de forma cíclica, cambiando entornos, ideas y personajes, pero con el mismo concepto, el mismo trasfondo con diferente decorado.
Nos conviene conocer nuestra historia y qué mejor manera que hacerlo de una forma amena, con esa parte de ficción con tintes de telenovela, que nos regala la inigualable pluma de Galdós con sus Episodios Nacionales.
En los colegios no debería haber libros de historia de España tan aburridos como los que hemos tenido que estudiar nosotros, como los que estudian nuestros hijos. En los colegios, los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, deberían ser los libros oficiales con los que estudiáramos todos la historia de España de los últimos dos siglos.