No hay nada mejor para comprobar que todo fluye y gira en torno a conceptos universales que perduran en la historia de la vida y que van sobreviviendo una generación tras otra, que analizar las vidas particulares de personas con alma propia. Personas que el destino ha ido poniendo en diferentes épocas de la historia, las cuales, a pesar de vivir en contextos diferentes, incluso antagónicos, siempre terminan topándose con los mismos frenos y armas de destrucción del talento. Talentos que luchan por dejar un gran legado a las generaciones siguientes, a pesar de encontrarse con enemigos difíciles de doblegar: la incultura, la lucha de poder, el miedo a la evolución científica, la envidia…
Cuando tienes un don y sin pararse a pensar el por qué te ha tocado, pues es algo inexplicable, puedes optar por recorrer dos caminos principalmente; dejarlo estar, porque piensas que la lucha por aprovecharlo no merece la pena, o pelear por demostrar que no puedes desaprovechar la oportunidad que el destino te ha otorgado para hacer algo encaminado a marcar un punto de inflexión en la evolución humana. Tener un don es algo fantástico. Imaginaos tener un don por el cual seáis capaces de poder detectar la muerte o la enfermedad tan sólo tocando a una persona. ¡Fantástico! Ahora coged vuestro don y marcharos en un viaje en el tiempo a una época en la que las convulsiones y estúpidas leyes basadas en conceptos religiosos supongan un lastre para el desarrollo de vuestras habilidades divinas, las cuales sabéis que servirán para lograr un cambio radical en el desarrollo de la medicina moderna, aún poniendo en riesgo vuestra propia vida. Es la eterna pregunta: ¿arriesgaríais vuestra vida por una pasión, por una vocación que podría ser vital para aliviar el dolor ajeno y vencer la enfermedad e incluso la muerte? Estas son las cuestiones vitales a las que se enfrenta Rob J. Cole, protagonista de la obra maestra de Noah Gordon, El Médico.
Si juntamos este planteamiento con un excepcional argumento, además de una exquisita descripción de la sociedad y de las ciudades en las que se desarrolla toda la trama, tendremos en nuestras manos una novela histórica imprescindible, que hará que se imponga el ansia de soñar y no tengamos fuerzas para dejar de leer. Tener un don es fantástico – os comentaba –, lo es, sí, excepto si el don, relacionado con la ciencia, topa con la sociedad, las creencias y los conflictos de la Inglaterra del siglo XI, con todos os problemas y obstáculos que ello implica. No obstante, el caprichoso destino muchas veces actúa como esperamos y hace que las cosas ocurran como deben ocurrir en aras de impedir la pérdida del talento. Desgraciadamente no siempre ocurre y talento se pierde mucho, pero en este caso, al menos de inicio, las circunstancias hacen que Rob J. Cole pueda abrirse camino a un mundo de evolución médica inimaginable, gracias en parte a haber conocido a otros que le abren los ojos y la esperanza suficiente para creer que es posible. Para ello ha de poner mucho empeño y fe en sí mismo, aprendiendo lo que ni siquiera sospechaba y encontrándose con la necesidad de hacerse pasar por quien no es en una ciudad remota que en nada se parece a la suya. Con todo lo aprendido, vuelve a su país natal y allí se topa con la envidia, uno de los mayores frenos de la evolución humana. Finalmente,… no se debe contar un final sin dar la oportunidad de que lo descubráis vosotros mismos, pero debéis tener en cuenta que el talento existe y su pérdida es una pérdida para todos.
El Médico, de Noah Gordon, otra novela magistral que marca un antes y un después en el género de la novela histórica.
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Título: El médico
Autor: Noah Gordon
Editorial: ROCABOLSILLO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
Nº de páginas: 800 págs.
ISBN: 9788496940000