Escribir poesía es un trabajo tremendamente difícil y no digamos escribir poesía y, además, llegar a los lectores, a miles de lectores. Un logro tremendamente difícil también es ganar el Premio Nobel de literatura. Mi entendimiento no es capaz de conseguir valorar el mérito y la genialidad de lograr un Premio Nobel de literatura cuando el grueso de la obra del premiado es la poesía. Sí, con altas dosis de ensayo, pero con una ingente cantidad de versos rodeando a uno de los mayores genios literarios que la existencia nos ha regalado.
Octavio Paz ha cumplido 100 años. Y digo ha cumplido, porque nunca murió. Aquel mes de abril de 1998, simplemente hizo desaparecer su cuerpo, porque sus versos lo habían cubierto de tal forma que ya no era posible verlo, así que decidió dejar su legado perenne por los siglos de los siglos. Seguro que nos ve a todos, mientras sus millones de lectores intentan comprender cómo una mente humana es capaz de descifrar lo indescifrable cómo sólo Octavio Paz puede hacerlo y explicárnoslo en El arco y la lira…
…La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro…
… Entre las cosas y sus nombres hay un abismo, porque las palabras son rebeldes a cualquier definición… Gracias a la poesía, el lenguaje reconquista su estado original – la posibilidad de dar a una palabra varios significados diferentes al mismo tiempo.
Aún así, es imposible llegar al lugar donde nace y crece la poesía, porque ese lugar no existe, sino que es creado por cada uno de nosotros cuando sentimos la necesidad de llegar a la consagración de un instante; sin embargo, Octavio Paz se aventura en intentar explicar lo que para él ha sido su vida, su éxito: la poesía. En El arco y la lira, trata de desmenuzar todos los componentes del acto poético y nos explica detalladamente, con todo lujo de detalles cada una de los ingredientes necesarios para llegar a crear un poema. Un poema, digo, y no la poesía, porque – según nos cuenta – la poesía existe en sí misma, pero no es posible sujetarla y analizarla a no ser que existe un intermediario – el poeta – que la encierre en una obra – el poema -.
Nadie supo ni sabrá nunca qué quiso decir cualquier poeta con un poema cualquiera, pues sólo él lo sabe o lo supo en vida, por más que tantos y tantos estudiosos se empeñen en interpretar esa consagración de ese instante. Tampoco hay técnica, más que aquella que nace y muere en las entrañas de quien ha creado. Y menos aún se ponen de acuerdo los grandes teóricos, pues … para algunos el poema es la experiencia del abandono; para otros el rigor.
En El arco y la lira podemos encontrar verdaderas sentencias sobre lo que es el lenguaje…
… Entre las cosas y sus nombres hay un abismo, porque las palabras son rebeldes a cualquier definición… Gracias a la poesía, el lenguaje reconquista su estado original – la posibilidad de dar a una palabra varios significados diferentes al mismo tiempo.
Y ahora, debemos añadir el ritmo, porque sin ritmo no hay poema. Pero…
…El ritmo no es medida: es visión del mundo… La unidad de la frase, que en la prosa se da por sentido o significación, en el poema se logra por gracia del ritmo…
Por último – antes de meternos con eso de la inspiración – debemos comprender que cada palabra tiene una imagen propia y debemos ser capaces de descifrar su representación en nuestra mente.
Con todo esto claro, es cuando llega la revelación poética, acompañada de la inspiración. En la relación de todo poeta con las palabras, hay algo que se entromete. Ese intruso se llama inspiración, que no es otra cosa que un movimiento hacia adelante.
El arco y la lira… Cuando un genio en lo suyo se dispone a tratar de explicar el origen y desarrollo de su propia genialidad bien podemos agradecérselo, pues el esfuerzo que supone es de gran intensidad, mas el resultado seguro que no es el que el genio esperaba – si es que tenía alguna esperanza de poder dar ciertas claves de su genialidad. Digo esto porque tras leer este ensayo de Octavio Paz, quizás haya comprendido un poco más cómo funciona eso de la poesía en las mentes con capacidad suficiente como para hacerla fluir, pero de lo que estoy seguro es de que no me ayudará a ganar un Premio Nobel por mis creaciones poéticas.