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Bartleby y compañía

"Señor Rulfo, ¿por qué lleva tantos años sin escribir nada? Es que se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias".

¿Quién no se ha visto, en algún momento, tentado a ejercer la negación por sistema?

Veamos:

Esta actitud negativa que todo ser humano lleva dentro, puede permanecer siempre sin salir a la luz, o puede aparecer en momentos puntuales, tras los cuales, rectificamos a tiempo, permitiéndonos a nosotros mismos continuar haciendo exactamente ese trabajo que debemos hacer. Un trabajo para otros o para nosotros mismos, igual da. Bueno, realmente no da igual...

Si tenemos una obligación para con otros, probablemente haremos un gran esfuerzo, sobrehumano en ocasiones,  para vencer esa negación que nos invade, por la cuenta que nos trae. Sin embargo, si la negación por sistema aparece ante una tarea repetitiva cuyo beneficio sería totalmente para nosotros, entonces la debilidad puede imponerse y acabar por vencernos. Se trata de una suerte de procrastinación, llevada al extremo; a tal extremo que vamos perdiendo fuerza y, al final, no lo hacemos porque no, así, sin más. Y como excusa lanzamos un “es que, preferiría no hacerlo”.

Venga, pensad un momento en alguna tarea, acción, trabajo que os martirice y por el que os sentís agobiados, que detestáis y estaríais deseando evitar a toda costa. Si tenéis algún momento así, preguntaros, ¿realmente lo detestáis? ¿Estáis escondiendo algo? ¿Es una excusa ante una debilidad que no sois capaces de reconocer? Pueden ser mil motivos, pero sea cual sea, cuidado, porque puede que tengáis un transitorio “síndrome de Bartleby”, un síndrome que no es otra cosa que la negación sistemática a hacer lo que debes hacer a base de una sucesión de excusas que no te las crees ni tú mismo.

Por cierto, Bartleby, el original, es un personaje de Herman Melville, un escribiente contratado por un abogado para que trabaje en su empresa. El tipo es muy eficiente, pero ni habla, ni se relaciona con nadie. Trabaja eficientemente, hasta que un día decide no hacerlo. “Preferiría no hacerlo”, responde a su jefe a cada petición que éste le hace. Cuando es despedido, se niega a irse; incluso se instala a vivir en las oficinas. Su negación es tan contundente, tan firme, que el abogado decide trasladar sus oficinas, abandonando las antiguas con su peculiar extrabajador dentro.

Ahora vamos a trasladar este problema, esta actitud a una tarea creativa, a cualquier expresión artística o, mejor, a la literatura. Esto es lo que Enrique Vila-Matas nos plasma en Bartleby y compañía. ¿Pensáis que algún escritor con un éxito arrollador en sus primeras obras ve en la escritura una tarea que detesta? Yo no lo creo. A los que nos gusta la literatura siempre tendremos la intriga de saber qué le ocurrió a Juan Rulfo (Pedro Páramo), J.D. Salinger (El guardián entre el centeno) o Arthur Rimbaud, un referente en la poesía de todos los tiempos, que escribe sus primeros versos con quince años y a los veinte abandona la literatura para siempre… Enrique Vila-Matas se adentra en este síndrome, centrándose en el genio literario que pudo ser y no fue, en un relato magistral en el que no faltan buenas dosis de humor. Una mezcla, en definitiva, que nos hará pasar un gran rato y, quizás, nos evitará contraer ese “síndrome de Bartleby”

Así que, por favor, los talentos y mentes imprescindibles que pasáis por aquí, no flaqueéis. No dejéis de hacer lo que debéis, poniendo excusas que no son más que miedos encubiertos, dudas, fracasos imaginados o, qué se yo. Y si llegáis a hacerlo, que no os falte, al menos, ese punto genial similar al que nos dejó Juan Rulfo cuando le preguntaron:

-Señor Rulfo, ¿por qué lleva tantos años sin escribir nada?
-Es que se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias.

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Título: Bartleby y compañía
Autor: Enrique Vila-Matas
Anagrama, 2000
Narrativas hispánicas
ISBN 978-84-339-2449-0