Sí. Esta vez sí. Porque tres siglos de historia no son baladí y menos cuando se trata de una institución de sobrada nombradía como la Real Academia de la Lengua Española. Y sí. Resulta que va a ser verdad aquello de que “a la tercera va la vencida” y por popular que sea el dicho –y antiguo, que ya lo puso Fernando de Rojas en los labios de la fiel Lucrecia–, seguro que la RAE no me va a negar el placer de emplearlo hoy para referirme a fecha tan señalada como un tricentenario que al fin se va a celebrar.
El primero se fue a pique por culpa de Napoleón y el segundo muy discreto por respeto a una Europa a punto de enzarzarse en esa guerra tremenda que fue la primera mundial. De modo que ya tocaba. Y aunque no por todo lo alto, dicen, el programa de celebraciones del III Centenario de la RAE se inicia en la Biblioteca Nacional con una exposición, La lengua y la palabra. Trescientos años de la Real Academia Española, que nos muestra la relación entre la historia interna y la externa, entre la lengua y la palabra (y la no palabra), desde las pizarras visigóticas al catecismo por signos de Fray Pedro de Galda, explica José Manuel Blecua, Director de la Academia.
Otro de los numerosos tesoros bibliográficos que, como las Partidas de Alfonso X, El conde Lucanor de D. Juan Manuel, la primera edición de lujo del Quijote junto con las 13 reproducciones en terracota de sus personajes elaboradas para esa tirada o el primer Diccionario de la Lengua (1723), custodia la BNE y que se exhibirán al lado de fotografías, grabados y pinturas de Goya, Sorolla, Zuloaga o Miró.
Un viaje imaginario a través de la magia del lenguaje y la palabra en el que tampoco faltan piezas de gran valor sentimental, anécdotas u objetos curiosos como el célebre perchero del vestíbulo del Salón de Plenos. Una percha por académico y por orden de antigüedad. Un perchero que guarda más misterios y secretos que cualquier otro lugar de la Academia. Un perchero que, como dice D. Arturo, tiene más importancia que el sillón con la letra correspondiente.
Y, como no, se rinde homenaje a la escasas mujeres que han logrado hacerse un hueco en la historia –tan masculina, por cierto, y por no entrar en detalles escabrosos– de la noble institución. Un homenaje también a todas aquellas otras que, salvo María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, primera académica en 1784 –honoraria, eso sí–, llamaron inútilmente a la puerta de la Academia desde mediados del siglo XIX hasta casi el final del XX.
La exposición organiza de forma cronológica sus más de 300 piezas y se divide en siete bloques para descubrirnos el ayer y el hoy de la institución, haciendo un recorrido por su historia y las figuras ilustres que la han integrado. Además, ofrece una visión sobre su presente y su futuro, así como sobre la capacidad para adaptarse a la sociedad actual e incorporar la tecnología y la innovación a sus recursos.
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La muestra permanecerá abierta al público desde el viernes 27 de septiembre hasta el 26 de enero de 2014 en la Sala Recoletos de la BNE.
Comisarios: Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron
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