Este mes de abril ha traído nuevos aires al mercado bursátil chino. La llamada Hong Kong - Shanghai Connect anunciada por el Primer Ministro Li Keqiang, supone una pequeña apertura del mercado de capitales, conectando inversores e inversiones entre Hong Kong y la China continental. Este intento viene precedido de diferentes oportunidades que nunca llegaron a funcionar, propuestas desde el año 2007.
A partir de ahora, inversores de la ex-colonia británica y sus homólogos del resto de China podrán optar a determinadas empresas cotizadas en bolsa. A pesar de lo limitado de la medida, dado el volumen de operaciones y la expectación que hay en torno a la economía del gigante oriental, esta novedad está ya cambiando lentamente algunas pautas de los inversores.
Por un lado, se está produciendo un cambio en la inversión de Hong Kong. La vivienda está empezando a desacelerarse dado que, a corto plazo, la bolsa se presenta como una alternativa con más potencial. No se sabe si este desplazamiento de la inversión dará lugar a una bajada en los precios de la vivienda en Hong Kong, donde se encuentran las más lujosas de la zona.
Por otro lado, la proliferación de las operaciones exitosas y los consiguientes bonus (o comisiones para los intermediarios) está animando el consumo de bienes de lujo, que sirven de estímulo positivo, de regalo e incentivo para estos brokers que, aunque no pueden comprar con ese plus en sus ingresos, una vivienda de alto standing, sí adquieren un automóvil o una moto de lujo que les ratifique en la capa social más privilegiada.
Esta apertura aún es incierta. Al no ser una conexión total del los mercados bursátiles, y existir dos listas de empresas cotizadas en las que se puede invertir, es fácil que la valoración de las empresas de una de las dos zonas (la China continental) sea menor que las de la otra, por el asimétrico desarrollo económico de ambas. A medida que se vaya perfeccionando, sin embargo, se vislumbra cierto mercado interno de capitales que animará la economía financiera de la zona.