El trabajo artesano es la base de la industria del lujo tradicional. Pero estos oficios artesanos, paradójicamente, están en riesgo de desaparecer. Solamente la imaginación puede encontrar una solución. Y de ese espíritu surge en el año 2012, Dymant, fruto de una mente joven y creadora, la de David Klingbeil.
Tal y como explica la entrevista que ofrecía Le Figaro la semana pasada, David tenía clara su afición por el sector del lujo desde los 19 años, cuando lanzó un blog y un sitio de internet. Hoy, con 28 años, es el fundador de Dymant, una marca que trata de englobar productos artesanos franceses de calidad excepcional y prestigio reconocido, que no pueden sobrevivir por sí solos simplemente por la situación del mercado.
El nombre de la empresa proviene de los hermanos Dymant, quienes en el siglo XIX se dedicaron a rastrear entre los mejores artesanos de Europa para surtir a su clientela internacional. Así, hoy Dymant abre la puerta a la quintaesencia del mejor savoir-faire francés, y revela el trabajo excepcional de los artesanos, su pasión por el arte de las cosas bien hechas, la calidad de los materiales más nobles (oro, madera, cristal) y el diseño más refinado.
Reconocido obseso por la tecnología y el diseño, Klingbeil ha creado una página de internet de acceso exclusivo para ponerse en contacto con clientes de todas las partes del mundo que quieren esa pieza exclusiva que combina utilidad, arte y excelencia. También se muestra su trabajo en su cuenta de Instagram, ha realizado vídeos artísticos y publicaciones exclusivas temáticas de la mano de los mejores artesanos y personajes del sector del lujo.
Tras haberse dedicado durante años al análisis de viabilidad de empresas, tiene muy claro cuáles son las claves de la empresarialidad. No se trata de arriesgar simplemente siguiendo un instinto, sino de afrontar los riesgos que se van presentando como el capitán de barco sortea las tormentas. Se trata de enamorarse del trabajo, de conocer sus entresijos, de dedicarle tiempo y de utilizar ese know-how con pasión cada día. "Siempre les digo a mis empleados que les deseo que tengan tan pocas ganas de volver a casa tras el trabajo cada día como tengo yo", afirma.