Scott Gabrielson ha pasado de ser un desconocido a personificar nuevo tipo de lujo disruptivo. Con apenas 30 años, su juventud pone encima del tapete de las marcas de siempre una mirada diferente, y una empresa, Oliver Cabell, más transparente y ética, con la que abrirse paso en la industria del lujo. Pero la verdadera innovación consiste en la vuelta a los orígenes.
Todo empezó cuando el 24 de abril del año 2013 se hundió un edificio de ocho pisos en Rana Plaza en Bangladesh. La mayoría de ellos estaba ocupado por fábricas de ropa que surtían a grandes marcas europeas. Cuando el día anterior salieron grietas en el edificio, los trabajadores de los bancos y los habitantes de los apartamentos desalojaron sus inmuebles, pero los trabajadorestextiles recibieron la orden de regresar al día siguiente. Murieron 1.129 obreros y la cifra de heridos ascendió a casi 2.500. El dueño del edificio Sohel Rana, era un empresario cercano al partido en el poder que tuvo que vérselas con la justicia ya que, dado el escándalo internacional, todos sus apoyos políticos le dieron de lado.
Esta tragedia afectó profundamente a Scott Gabrielson, un veinteañero que había trabajado en finanzas y que en ese momento era responsable de desarrollo de negocio en una institución educativa sin ánimo de lucro. Tanto le impactó que se decidió a estudiar un máster en la industria de la moda para adentrarse en las entrañas del problema y tratar de cambiar la situación. Y al año siguiente se matriculó en el Saïd Business School de la Universidad de Oxford. Al acabar fundó Oliver Cabell, un negocio muy especial.
El primer producto que lanzó fue un bolso unisex y más adelante una bolsa de viaje. Y revolucionó el mercado. La característica diferencial no ha sido tanto el diseño impecable, o la calidad de los materiales, sino el modelo de negocio, en dos sentidos.
Por un lado, ha eliminado los intermediarios: solamente vende por internet. Por otro lado, ha aplicado aplica una rigurosa norma de transparencia absoluta, de manera que el cliente tiene información de la materia prima, su calidad, su origen y su precio, el coste del transporte, dónde se realiza la manufactura, si es a mano, etc., y de esta manera, el comprador sabe cuál es el margen de beneficio de la empresa en cada uno de los artículos. También incluye el precio “normal” que tendría la compra en una tienda de la calle.
Ante el éxito del lanzamiento, Scott Gabrielson decidió buscar financiación para un nuevo lanzamiento: las zapatillas urbanas. Y lo encontró fácilmente. Un “ángel inversor” de quien no se sabe nada aportó 1.2 millones de dólares. A pesar de que Oliver Cabell está establecida en Estados Unidos, las pieles, indudablemente de la mejor calidad, son italianas y españolas y la confección de algunas piezas también es nuestra, de Albacete.
Desde Minessota, Gabrielson explica su revolucionaria estrategia que consiste en lanzar un modelo cada semana. ¿El secreto? Busca productores de materias primas que sean extraordinarios en una sola cosa a la que se dedican por completo y entabla relaciones a largo plazo con ellos, de manera que se genera un clima de confianza que facilita el funcionamiento del negocio. Por otro lado, al no ceñirse al ciclo estacional habitual de la moda que lanza productos cada temporada, ofrece a los proveedores ingresos regulares todo el año. Y eso es muy atractivo para ellos.
La imaginación y la juventud unidas a la comprensión de la industria y la importancia de mantener el oficio artesano y la calidad son la fórmula del éxito de Scott Gabrielson.