Decoración

La inclinación perfecta

O la perfecta inclinación, que para las luces de Kalmar, esto es cosa de máxima precisión.

El ser humano atendiendo a ese instinto de querer etiquetarlo todo, darle nombre, numeración y estatus a las cosas, creó las clasificaciones, y así nacieron los rankings. Una forma de establecer un podio de ganadores y perdedores en la historia de las personas y de las cosas. Y en uno de esos intentos por querer darle un lugar, a aquellos inventos más utilizados por el hombre desde su creación hasta la actualidad, la revista LIFE posicionó a la lámpara eléctrica, como el segundo más útil del siglo XIX.

Todo un logro en el que además habría que tener en cuenta, su evolución en diseño. Porque hay grandes clásicos que han dado a este objeto cualidades cuasi escultóricas, tanto por su belleza, como por sus innovaciones técnicas.

Y de ahí que hallamos caído rendidos ante la inclinación de Kalmar y sus diseños Billy  y Hase. Porque estos austríacos le han dado un giro al concepto del eje de apoyo central, que consigue dar a estas dos de sus lámparas, una postura cinética y delicada.

Con un toque algo industrial, sus creaciones mezclan metal lacado, madera e incluso piel, sin miedo a los colores intensos, y con la premisa de la simplicidad, que se traduce en un uso mínimo de piezas y prácticamente nada de artificio.

Modernismo austríaco, artesanía, y el uso de materiales de larga tradición, que les convierten en referente en el diseño de luminarias, ante quienes, y haciéndoles un guiño, nos tenemos que inclinar.

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