Decoración

La efímera bioluminiscencia de la Ambio lamp

Todo es oscuridad hasta que de repente, el líquido va y viene, bascula y se hace intenso. Y se disuelve. Y renace. Se activa.

Es efímera como las pasiones intensas. Guarda un secreto que proviene del fondo del mar. Es luz de silencio y meditación. Es luz para disfrutar y sorprenderse. Es la Ambio lamp de Teresa van Dongen.

De la oscuridad más profunda viene esta lámpara que maravilla con su movimiento oscilante. Cierta calma provoca a quien la ve que no deja de sentirse atraído por esas micropárticulas naturales que generan paz. Es fascinación y belleza. Y viceversa.

Teresa siempre estuvo interesada por la biología y por eso se puso a estudiarla. Necesitaba entender cómo es nuestro entorno, cuáles son los procesos naturales y, mientas, quedaba asombrada por esas curiosidades que pareciera que sólo los expertos saben. Sin embargo, esa curiosidad innata la impulsó a comenzar sus estudios de diseño. Y es que se dio cuenta de que, en realidad, la madre tierra guarda un sinfín de “misterios” para el común de los mortales y que, sin embargo, la ciencia puede explicar. Y ese descifrar lo "oculto" convirtiéndolo en maravillas la llevó a crear la lámpara Ambio.

Donde aún existen miles de misterios por desvelar, el pulpo se adapta a esa oscuridad extrema y en sus tentáculos lleva unas bacterias bioluminiscentes que cuando se exponen al oxígeno emiten una luminiscencia brillante que lo ilumina todo a su alrededor. Es como si, de repente, ese silencio amniótico se descubriera como un escenario lleno de vida.

Cuando unió la idea de crear una lámpara que no necesitara electricidad, ni bombillas, sino que iluminara de forma natural, la van Dongen se puso en contacto con sus antiguos profesores para ver cómo podía convertir esas bacterias bioluminiscentes en un objeto de diseño como esta Ambio. Una estructura pendulante de bronce que sostiene un tubo de cristal que contiene el ecosistema que, mediante unos suaves movimientos, hace que estas bacterias bioluminiscentes entren en contacto con el oxígeno y todo alrededor se ilumine.

Pero la magia es efímera, porque estos microorganismos viven sólo 72 horas, luego, su luz empieza a desvanecerse hasta desaparecer. Mientras la diseñadora encuentra la respuesta que le de vida eterna a estas bacterias luminiscentes, la insoportable levedad de la bioluminosidad de la Ambio lamp de Teresa van Dongen, irradia el secreto del fondo del mar.

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