Escena típica de un sábado por la tarde en un hogar con niños. Dice la mujer al marido: “Cariño, vamos a comprarte ropa”. El marido que responde: “No me apetece. ¿Por qué no vamos otro día? O mejor ¿por qué no vas tú y me compras lo que te parezca y a la vez te compras tú algo bonito?”. La mujer que responde: “Ni lo sueñes” y añade: “Niños recoged que nos vamos a comprarle ropa a papá”. Y los niños que responden: “Qué rollo, qué rollo, si papá ya tiene ropa ¿no lo ves? Si la lleva puesta”. Conclusión: salen de casa todos enfadados y la situación sólo puede ir a peor porque en la tienda los niños y el marido se cansarán, se aburrirán, no sabrán qué hacer, ni dónde ponerse, no hay nada interesante que mirar, ni dónde sentarse…
Fantástica la solución propuesta por Nendo y aplicada ya en un establecimiento de Japón: Halsuit (www.halsuit.com). Se trataba de recrear un espacio amplio y confortable para todos: para los dependientes, para los clientes y para los acompañantes. Los probadores no están al fondo de la tienda sino en todo el centro y su parte externa son mini escaparates móviles y cambiantes que enseñan cómo combinar las prendas, cómo colocarse los accesorios, cómo llevar el traje. El traje: conscientes de que los trajes se lucen en la oficina, cuentan con un espacio iluminado con luz típica de despacho para que el cliente compruebe cómo le quedará el atuendo con esa iluminación (que nada tiene que ver con la luz cálida de las tiendas). Por si fuera poco, un decorado de mesa y estanterías recrea el escenario en el que se mueve el cliente en sus horas de trabajo. Y el córner de las camisas es, más bien, una sala de reuniones… De este modo, viéndose in situ, le resultará más fácil hacerse idea de si ofrece o no el look adecuado. Hay una amplia zona de desconexión con revistas y televisores. Y en el exterior, el edificio está iluminado con diferentes colores según de qué dirección se llega. Halsuit es una tienda pensada para dar gusto a todos.
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