Cada año por su cumpleaños pedía una casita de muñecas; de esas con ventanas de cristal para poder mirar dentro y ver cómo vivían sus habitantes. Tendría que tener infinidad de balcones y celosías que dieran al mar, o tal vez a una plaza, o incluso a un jardín. Sí, a un jardín mejor, lleno de flores de colores. Entraría el sol por la mañana y la luna iluminaría su interior en las frías noches de enero...
Ahora, ya mayor, sabe que en las casas de muñecas, la vida fluye hasta dónde la imaginación le deje, y puede tejer historias de buenos y malos a su antojo. Puede elegir que un día a través de las ventanas se escuche el mar embravecido y la ceremonia de vida se celebre al calor de una manta, y otro que tras los cristales amanezca La Toscana. Y mientras disfruta del mundo genial de las cosas que imagina, guarda en el interior de uno de los cajones del sinfonier viejas historias cargadas de matices que cuentan cuentos para PiterPanes.
El Sinfonier Toscano, pertenece a la colección glamour de PortobelloStreet, y es un guiño al renacimiento italiano.