Alladin Hotel, Las Vegas, 1 de mayo de 1967. Elvis Aaron Presley, natural de Tupelo, Misisipi, a la edad de 32 años, contrae matrimonio con Priscilla Ann Beaulieu Wagner, natural de Brooklyn, Nueva York, y de 21 años de edad. A la boda asisten tan solo un centenar de personas. Todo normal. Todo felicidad.
Elvis y Priscilla se habían conocido siete años antes y enseguida comenzaron una relación compleja. Ella era menor de edad, tan sólo tenía catorce años, y él ya tenía veinticinco. El se encontraba destinado en Alemania mientras hacía un servicio militar que resultaba ser un paseo, ella se encontraba allí por su padrastro, oficial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. El ya era una estrella, ella estudiaba. El salía de correrías días enteros por Alemania -anfetaminas y alcohol-, ella todavía tenía que pedir permiso a sus padres para salir de casa.
Meses después de conocerse y comenzar su relación un Elvis ya enganchado a las anfetaminas para poder mantener su ritmo de vida se licencia con honores y vuelve a Estados Unidos donde retoma su carrera de cantante y comienza la de actor de musicales, era el Rey. Pero cuando ella cumplió 17 años Elvis se la llevó a vivir a Graceland. Ni la prensa se enteró, ella asistía a clase y él era su tutor legal con el consentimiento de sus padres que aceptaron con una única condición, que se casaran. Todavía pasarían dos años más antes de que Elvis, empujado por su manager y la presión mediática una vez se supo de su noviazgo se decidiera a pedirle matrimonio con un espectacular anillo de 3 kilates y medio con una corona de diamantes. Pero cuentan que ya entonces Elvis se había cansado de Priscilla que había dejado de ser tan niña y se había enganchado con él al ritmo de vida… y a las anfetaminas.
La luna de miel la pasaron en Palm Springs, en una casa muy especial, un proyecto del estudio de Palmer and Krisel con todos los elementos de lo que se conoce como el modernismo del desierto del que quedan hoy en pie todavía algunas construcciones concentradas en Palm Springs. Aquella casa se conocía como la “Casa del mañana” desde su aparición en el magazine Look el año en que se terminó su construcción, 1962. Aquella casa era el regalo del constructor Robert Alexander a su mujer. A Elvis le encantaba, el estilo, la decoración, hasta tal punto que cuando pasado un mes volvieron a Graceland él quiso convertirla en algo parecido, su propia Casa del Futuro.
1 de febrero de 1968. Han pasado exactamente nueve meses desde la boda de Elvis y Priscilla, nueve meses desde que ambos llegaron a aquella casa en Palm Springs. Nace Lisa Marie Presley, la única hija del matrimonio y la única de El Rey.
¿Cuánto vale este pedacito de la historia? Pues su propietarios actuales la valoran en 9’5 millones de dólares (unos 6’87 millones de euros), probablemente más por su valor cultural, por ser de las no demasiadas viviendas aún existentes y representativas del estilo arquitectónico que se desarrolló a mediados del siglo pasado en las tierras áridas de California bajo la influencia de los preceptos de la Bauhaus que por el mes en el que el Rey pasó allí su luna de miel y por resultar el lugar en el que se ha de suponer fue engendrada su única hija. Pero qué mejor reclamo que haber sido la casa elegida por la más conocida pelvis de todos los tiempos para pasar su única y glamourosa luna de miel.
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