A veces los sueños se cumplen porque a veces es sólo cuestión de dar con las personas adecuadas al momento, el deseo y la ocasión. De eso sabe mucho la familia Gooden-Nahome.
Esta familia quería un hogar en la costa del Pacífico en Costa Rica y encontraron el emplazamiento que era para ellos perfecto pero que presentaba una dificultad importante a la hora de costruir la casa de sus sueños: se trataba de un terreno selvático y en pendiente desde el que el mar tan solo podía verse de media altura hacia arriba.
Pero los Gooden-Nahome dieron con las personas adecuadas, con un equipo creativo que no duda en aplicar el sentido común a la ingeniería y hacer posible lo imposible. El responsable del equipo en cuestión es Benjamin Garcia Saxe, un arquitecto costaricense que, tras diez años cumplidos desde la apertura de su estudio, ha alcanzado un incuestionable y merecido prestigio en su país y más allá de sus fronteras.
Una buena muestra de su trabajo es esta casa flotante que se eleva del suelo sobre unos pilares que permiten la vida bajo sus inexistentes cimientos; la casa, de unos 300 metros, se contruyó en base a diferentes módulos unidos por puentes lo que no sólo simplificó la estructura y su montaje sino que dejó abierta la posibilidad de ampliar la casa de manera sencilla, únicamente añadiendo más módulos.
De este modo los Gooden-Nahome han logrado instalarse en la casa de sus sueños que resultó ser un hogar flotante que mira a su Pacífico en un ambiente natural por fuera y moderno por dentro, muy funcional, bello y acogedor.
Y es que, a veces, lo más descabellado resulta ser lo más sencillo y lo más obvio, lo que dicta la razón y la técnica ayuda a hacer realidad porque no es imposible todo lo que parece imposible...
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