Viajamos a Cave Creek, en Arizona, para descubrir una casa que nació con la vocación de no ser vista, algo que hace su arquitectura de lo más interesante; hay casas que se levantan para destacar, para ser vistas y admiradas, otras (que son la mayoría...) que nacen para cumplir su función en el mundo más allá cuánto se cuide la belleza de sus líneas pero hay también casas que se construyen para no ser vistas, no porque sus propietarios quieran huir de las miradas ajenas sino porque no quieren que su vivienda transforme lo más mínimo el entorno en el que está ubicada.
Eso es lo que ocurre con esta casa, ha sido levantada en la ladera de una montaña en la desértica Arizona y la intención de sus propietarios es disfrutar de un entorno tranquilo e imponente que les apasiona sin que su casa transforme ese paisaje del que un día se enamoraron, esa es la razón por la que esta casa parece nacer de la tierra sin elevarse demasiado sobre ella, por eso las líneas que dibujan su estructura son sencillas y por eso también es una casa abierta a su entorno en la que hay zonas en las que resulta difícil distinguir el interior del exterior de la vivienda.
Uno de los elementos esenciales en la costrucción de esta casa es el vidrio porque estamos ante una vivienda que si bien quiere dar cobijo y protección a sus habitantes, quiere también hacer que se sientan como si vivieran al raso en un entorno agreste y natural; desde esta ladera se observa el valle y se hace desde una casa con chimenea y con magníficos espacios tanto interiores como exteriores, eso sin ser una vivienda grande porque para pasar casi desapercibida en su entorno no podía presentar un tamaño excesivo. Además, debido a la dureza del clima de la zona, las zonas exteriores de la vivienda están parcialmente cubiertas.
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