Desconfía de su aspecto sencillo, de la sensación de ser una pequeña vivienda de fin de semana en el monte. Nada es lo que parece y lo que parece lo es todo en esta vivienda nada perdida en Colorado, Estados Unidos: Cherry Residence.
Cherry Hills está en el condado de Arapahoe, que tomas su nombre de los indios que habitaban las grandes llanuras, indios cazadores de bisontes y tipis, com los hemos visto tantas veces en el cine. Aunque la tribu de las praderas era migratoria y seguía la senda de la caza, el condado toma de ellos su nombre. Sólo eso. Un condado largo y trazado tal y como se han trazado los estados y condados de todo Estados Unidos en su historia, geométricamente en gran medida con un lado políticamente irregular.
En ese espacio de apenas algo más de 20000 kilómetros cuadrados, que pertenece al área metropolitana de Denver, viven algo más de medio millón de personas, con un poder adquisitivo medio/alto que se corresponde con la media de edad, también media alta.
Un lugar tranquilo, sosegado, rodeado de amplios espacios naturales con las no muy lejanas e impresionantes montañas rocosas a la vista y a nada del mismo Denver, en esos espacios americanos de calles que se pierden en el horizonte donde no sabes dónde empieza el campo y termina la ciudad.
Y sobre este escenario el equipo del estudio Semple Brown ha desarrollado esta vivienda para que no sólo se integre respetuosamente en el paisaje como el clásico rancho americano, si no que resulte felizmente práctico para sus moradores. Y aunque su aspecto de vivienda de campo aparenta un interior pequeño y cómodo la verdad es que sólo lo segundo resulta cierto.
De una sola planta dividida por un desnivel, Cherry Residence tiene cerca de 645 metros cuadrados, un exceso para una casita de fin de semana pero no para una residencia habitual. Una gran residencia que se estructura para abrir los espacios de vida diaria a las inmejorables vistas de las Rocosas, a la apacible llanura, a la naturaleza, mientras las habitaciones y las estancias de servicio quedan en la zona más resguardada y protegida de tal modo que su gran espacio resulta acogedor y confortable incluso con la menor ocupación.
Líneas sobrias, materiales sencillos, piedra, madera y poco artificios modulan espacios para una vida de campo con todas las comodidades y el máximo confort: interiores como el comedor que se abren a terrazas exteriores rodeadas de una afable naturaleza y de un paisajismo sencillo y armonioso con su entorno. Habitaciones cálidas y acogedoras en las que la privacidad no impide el placer de sentirse en un entorno natural de excepcional belleza y una gran salón con las mejores vistas.
Cherry Residence podría ser perfectamente ese lugar para retirarte de por vida del mundanal ruido para vivir feliz y en armonía con el mundo sin despertar sospechas porque visto desde fuera no es lo que parece, y lo que no parece lo es todo en su interior. De dentro a afuera, de afuera a adentro.
Si el pueblo de las praderas se hubiera encontrado esta casa rancho probablemente no hubieran atacado, se hubieran quedado a comer, a cenar, a tomar un buen cognac al atardecer... y hubieran abandonado los tipis. Nosotros lo haríamos, aunque nunca hayamos cazado, al menos en esta vida, ni un sólo bisón.
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