Cada mañana al abrir la ventana de cañas de bambú, ella ve la luz del sol y se acuerda de mí/ Durante sus largas siestas de verano, mientras se mece en la hamaca de su jardín y la brisa le acaricia la cara, ella cierra los ojos y sueña que estoy allí/ Incluso por la noche cuando el frío arrecia y el bosque que la rodea crece en tamaño a la vez que su soledad, sé que ella estará segura si estoy a su lado/ Porque aunque no la puedo acompañar durante tantos momentos de su vida, la casa que le hice con mis manos y mi pensamiento, será nuestro espacio común para siempre/ Finalmente creo que yo quería ser arquitecto para hacerle una casa a mi madre.
Estas palabras podían resumir el proyecto de Benjamin Gacía Saxe, un joven arquitecto costarriqueño asociado con la prestigiosa firma Rogers Stirk Harbour+Partners, que al finalizar sus estudios decide realizar como proyecto de tesis la vivienda para su madre en Guanacaste, Costa Rica.
Y es que un proyecto a veces se hace más con el alma que con dibujos, y ¿qué hay más intenso que proyectar la casa para una madre? Porque por mucho que queramos, la forma de ser de cada persona determina la forma de diseñar, y para eso lo único que hay son historias que contar:
Su madre y él nunca tuvieron un lugar al que pudieran llamar casa. Deambulaban de calle en calle buscando el lugar ideal, pero éste nunca llegaba, la ciudad no les trató muy bien. Finalmente cuando decidió irse fuera para estudiar arquitectura, su madre se refugió en el bosque para construir su propia casa con los materiales que se podía permitir.
Tiempo después cuando Benjamin estaba terminando sus estudios pensó que era hora de hacer un gran proyecto para su tesis, y en vez de dedicar tiempo a arquitecturas pretenciosas, se fue con su madre para rediseñar y construirle con sus propias manos su vivienda.
De este modo recicló todo el material de la antigua vivienda empleándolo de manera funcional: cubierta de zinc capaz de evacuar el agua de lluvia y proporcionar ventilación, trozos de bambú a modo de tamiz de luz, estructuras metálicas capaces de garantizar seguridad, mosquiteras insertadas en huecos, etc. De hecho como al principio el presupuesto fue limitado, la construcción se pensó de forma modular, construyéndose primero el módulo de la cocina y posteriormente el del cuarto de estar.
Con el tiempo Benjamin consiguió trabajo en el famoso estudio de arquitectura de Richard Rogers Stirk Harbour+Partners, el cual años después obtendría el premio del World Architecture Festival en la categoría de Edificio Industrial. Casualidades del destino, años más tarde, Benjamin, arquitecto joven y recién llegado a la oficina, lo obtendría “A la mejor casa del mundo” por la vivienda de su madre.
Y es que aunque de la pobreza durante su infancia no habla mucho, es innegable que su vida le ha marcado en su forma de ver la arquitectura como un servicio más que como un capricho, en palabras de Benjamin: “la arquitectura es más que tener un lugar donde acostarse a dormir. Es más que el sentido común. Es dar amor, dar lo que realmente quieren las demás personas”. En su caso la vivienda de su madre ha cambiado su vida, y pese a sus constantes viajes, él sabe que su lugar es ese, aquella casa en mitad de un bosque donde vive su madre y que de algún modo acorta la distancia entre ellos.
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