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Viaje a la Comarca de la Sidra

El concejo asturiano de Cabranes es una de las regiones más emblemáticas de Asturias.

El concejo asturiano de Cabranes es una de las regiones más emblemáticas de Asturias. Sin ser una zona especialmente alta (alrededor de 578 metros como máximo), en su paisaje se mezclan valles frondosos, praderas verdes y bosques autóctonos. El verde es diferente cada día y más intenso bajo la lluvia. La región, más allá de su infinito patrimonio natural, cuenta con arquitectura de gran valor como la Iglesia de Santa Eulalia, la de San Julián de Viñón y otras edificaciones de tipo civil y estilo indiano. Como parte de la comarca de la Sidra, Cabranes está inmerso en un circuito imprescindible de gastronomía y fiestas locales. ¿Nuestra favorita? El Festival del Arroz con Leche, que cada 9 de mayo reparte raciones de este postre en procesión con la imagen de San Francisco de Paula.

Entre tantos motivos para conocer un lugar así, destaca uno más en forma de hotel: Amada Carlota. Un nombre peculiar para un hotel rural con encanto miembro de Rusticae que ha hecho de la buena mesa y la tranquilidad sus señas de identidad. Precisamente, aquello en lo que Asturias nunca decepciona. Sus habitaciones son un marco especialmente pensado para disfrutar de la región. Están decoradas en claroscuros algunas, y de forma colorida, otras. Los colores que faltan los pone el paisaje que se divisa desde su terraza con vistas al lado septentrional de la Sierra del Sueve, el Parque Natural de Redes y los Picos de Europa.

Las zonas comunes como el amplio salón han sido decoradas cuidadosamente por Carlos y Yolanda, las cabezas pensantes detrás de Amada Carlota. Su historia es la del amor por un estilo de vida, al que se abrazaron en forma de hotel después de dejar todo atrás. Los ventanales iluminan el espacio creando un ambiente y sintonía de serenidad con el entorno. Las páginas de su selección de libros se ocupan de que perdamos también la noción del tiempo y la prisa.

Por último, el lado gastronómico del hotel es otra excusa más para no salir de él. Todos sus ingredientes son productos locales que combinan la máxima calidad con la tradición. Frutas y verduras de la huerta, pescados del Cantábrico y por supuesto, carne. Platos creativos con cierta especialización en la cocina vegetariana e incluso cameos de cocina tradicional japonesa. Sabores orientales del todo inesperados en un paraje así.

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