Girona es un destino todoterreno que tan pronto se revela como oferta cultural y de ocio o como enclave para disfrutar del entorno rural. La capital, con su casco antiguo Barri Vell o los baños árabes, es un epicentro de actividad que nada tiene que ver con el resto de la provincia, donde la naturaleza ha convertido el entorno en un paraíso para el turismo activo… y pasivo. El paisaje gerundense está lleno de pequeños pueblos como Madremanya, situado en el Bajo Ampurdán, un municipio de carácter medieval en el que se conservan claramente las directrices de su antigua arquitectura, visibles en los arcos y casas encorvadas. En él se levanta desde el siglo XVII el Racó de Madremanya, hotel con encanto Rusticae pensado para hacer realidad los sueños de sus huéspedes.
Y los sueños se hacen realidad a través del sol de L’Empordá y los paisajes llenos de contrastes. La piedra del hotel es como un fortín para el descanso que se encuentra en su interior. Cruzado el umbral de su puerta y el salón central, nuestros pasos se encaminan hacia la decena de habitaciones del hotel. Algunas con terraza privada y otras con chimenea, todas tienen vistas a la naturaleza. Entre los espacios de la masía es muy fácil reconocer detalles típicos de la zona como el salón de bóveda o la cocina de carbón en hierro colado. El contraste rústico llega con la decoración del ala modernista, salpicada de vanguardismo y grandes ventanales.
La parcela que rodea el edificio también es un reflejo de este contraste, no sólo por las variedades y el cuidado en su jardín, sino por las dos piscinas del hotel, una climatizada y otra de agua salada. El resto de la estancia en el Racó está bañado por masajes y tratamientos de relax, horas de lectura a la sombra de los árboles y la gastronomía de la zona. En cambio, si el hotel es sólo la parada final de un día de turismo activo, su situación permite visitar no sólo algunas de las mejores playas de la Costa Brava sino también localidades como Cadaqués en el Alto Empordá, ruinas griegas y romanas en Empúries, la ruta de Dalí e incluso Barcelona, a escasos 120km. Paisaje, relax y sibaritismo, un sueño hecho realidad.
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