¿Qué echas de menos? Todo el mundo echa de menos algo. El silencio. El sabor de un antiguo guiso familiar. Los olores de la infancia. El tiempo para uno mismo. Hay lugares diseñados para recuperar todo esto y son lugares que hay que vivir para valorarlos. La Garriga de Castelladral, miembro de Rusticae, es uno de ellos. El edificio de la masía data del siglo XV, en plena finca vinícola del XIX, unas referencias ancestrales que aportan un halo mágico al entorno. La historia fue diseñando el futuro de la masía y a finales del siglo XIX vivía su momento de esplendor vinícola por la debacle del vino francés a causa de las plagas. En el siglo posterior renunció al cultivo del vino por el del aceite y grano, aunque conservando todos los materiales como las tinas y botas. No fue hasta 1998 cuando encontró un nuevo lugar en el mundo con la restauración como hotel por parte de la familia Roca Barbé. Y desde entonces somos los demás quienes vamos allí a encontrar nuestro lugar en el mundo.
Para conseguirlo, ocho habitaciones diferentes y con preciosas vistas han sido creadas bajo directrices de amor por la naturaleza, amplios espacios y tranquilidad. Y como este hotel es un destino en sí mismo, también está lleno de vida y actividades que hacen que pernoctar sea sólo un componente más. La antigua alacena y el SPA son espacios ideales para recibir alguno de los tratamientos y masajes: piedras geotermales, chocolaterapia, bambuterapia,… Para cultivar los sentidos, el restaurante cuenta con platos dirigidos por el chef David García, entre los que destacan los desayunos Eco-Gourmet de productos regionales o los menús degustación.
Además, hay otro rostro de la Garriga de Castelladral que no es tan conocido. Es un rostro artístico, emocional y por supuesto, musical, como está en la naturaleza de sus gestores, que se enamoraron en una tienda de instrumentos musicales. El otro sueño cumplido de Núria Roca y Jordi Font es la creación de pianos que combinen calidad, diseño y precio. Font&Roca es la firma que representa estos valores y que engalana sus pianos. Cada uno de ellos tiene una historia distinta, una inspiración en un lugar, un componente conmovedor que los hace diferentes. Porque diferente es la Garriga, y diferentes son ellos.
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