Santiago de Compostela es una ciudad que puede engañar. Se esconde detrás de la fachada de su monumental catedral, históricas calles y albergues de peregrinos. Pero en lo que a hoteles se refiere, es también una referencia inesperada. Inesperada como el hotel Altaïr, que escapa de lo convencional para ofrecer un alojamiento diferente en pleno casco histórico de la ciudad. Se encuentra a escasos metros de la Plaza del Obradoiro y su exterior es el de un caserón del siglo XIX. Sin embargo, sus estancias conjugan tradición y modernidad por obra de la familia Liñares-Bar, hoteleros desde hace más de 30 años.
El interior es la sorpresa, porque Altaïr es un hotel hecho a sí mismo bajo la filosofía oriental ‘wabi-sabi’. Este juego de palabras es una tendencia cuya esencia se encuentra en la combinación entre lo fresco y simple, ‘wabi’, con lo tradicional y la belleza del paso del tiempo, ‘sabi’. Desde luego si un lugar puede reunir ambas caras de la moneda, ése es Santiago de Compostela. Las 11 habitaciones del hotel están decoradas en tonos cálidos, que transmiten serenidad y calidez, además de equipamiento como WiFi gratuito o monitores panorámicos. Las dimensiones del hotel y sus prestaciones confirman que además de la filosofía oriental, Altaïr es un templo de cultura por el detalle.
Las instalaciones del hotel se completan con el Altaïr bar, un exclusivo punto de encuentro para disfrutar de excelentes desayunos. Como ellos mismos rezan: “Imagina comenzar cada día como si fuese domingo”. La clásica tarta de Santiago, el pan horneado de hogaza o los quesos de la tierra son sólo un pequeño aperitivo.
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