Situada en Andorra, la estación de Vallnord se ha convertido en una de las más completas de la Península Ibérica. Nacida tras la unión de las antiguas Pal-Arinsal y Ordino-Arcalís, es perfecta para practicar esquí alpino, ya que dispone de 89 km repartidos en 66 pistas: 7 negras, 27 rojas, 22 azules, 10 verdes y 6 especiales para eslálom.
Sin embargo, su oferta no se resume al deporte blanco por excelencia. Cada vez son más las actividades pensadas para aquellos que no esquían o que prefieren aparcar durante unas horas sus descensos por el manto de nieve. Así, cada vez cobran más fuerza las excursiones en moto de nieve. A lomos de estas máquinas, es posible recorrer los diferentes caminos forestales del Principado y descubrir parajes insólitos (algunas rutas se pueden realizar incluso por la noche).
También es posible hacerlas caminando, con la ayuda de raquetas de nieve y acompañados de un guía experto en la flora y fauna del lugar; en un vehículo oruga de 14 ocupantes con el que subir a GicaFer, uno de los puntos más elevados de la estación, y disfrutar de la puesta de sol en los Pirineos; o en trineo tirado por perros.
Pero si hay una actividad que fascina, ésa es el submarinismo bajo el hielo en Arcalís. Diving Vallnord propone una auténtica aventura en el estanque de la Canaleta, de 12 metros de profundidad, y que es posible realizarla tanto de día como de noche. No hace falta acudir con el equipo, ya que allí cuentan con todo lo necesario, neopreno incluido, para hacer de la inmersión una gran aventura. También existe la posibilidad de descubrir el origen glacial de los lagos de Tristaina, a más de 2.800 metros de altura, en otra excursión acuática.
Con neopreno, perros, raquetas o motos a nuestra disposición, el que sólo vaya a Andorra a esquiar es porque quiere.
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