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Ribagorza. La comarca del Agua

Palacio del Obispo Graus, un cuatro estrellas en pleno centro histórico una villa medieval a las puertas del pirineo.

Ribagorza es una región oscense llena de contrastes e historia. Cuenta con elevadas cumbres como los 3.404 metros del Aneto pero según nos alejamos de la cordillera pirenaica, nos adentramos en un mundo de valles y serranías de menor altitud. Parte de esta orografía se debe al recorrido de los ríos que cruzan la comarca, responsables de valles como Olvena, Obarra o Monrebei. Estos ríos, y el agua en general, gobiernan el entorno también por la gran cantidad de manantiales (Graus, Bisaurri), lagunas (Benasque) o pantanos (Sopeira o Barasona). Una tierra gobernada por el agua que ha visto pasar a lo largo de los siglos a todo tipo de culturas y pueblos. Los enfrentamientos entre cristianos y el Islam protagonizaron algunos de los años más relevantes de su historia, con especial hincapié en la coronación de Ramiro I, rey de Aragón, Sobrabe y Ribagorza en el año 1064.

En nuestros días, la comarca conserva todo tipo de rincones y reminiscencias al pasado. Los congostos y acantilados son testigos naturales del tiempo mientras que las poblaciones conservan el patrimonio cultural de los antiguos reyes. Entre todas ellas destaca Graus, una villa medieval a las puertas del Pirineo epicentro durante el gobierno del Islam y la posterior conquista por parte de Sancho Ramírez. Para conocerla y entender tanta riqueza lo mejor es el hotel de Rusticae Palacio del Obispo Graus, un cuatro estrellas en pleno centro histórico de la localidad.

El edificio del hotel es del siglo XVI, totalmente rehabilitado. En él vivió el Obispo Esteban Esmir, un benefactor de la población que mantuvo una estrecha amistad con Baltasar Gracián, el autor de “El Criticón”.  Al cruzar el umbral de su puerta, empezamos a formar parte de la nobleza aragonesa, con techos artesanados, con madera y piedra tratados exquisitamente con inspiración neobarroca. De hecho, aún se conservan las marcas de cantería de la época.

Las 19 habitaciones que componen el hotel han sido ambientadas de forma personalizada, dominadas por los criterios decorativos del Feng Shui para otorgar de equilibrio y armonía en función de la orientación y ubicación. El descanso, además de en la habitación, tiene una cita en el circuito Spa: bañera terapéutica, sala de masajes, cromoterapia, sauna y todo tipo de tratamientos.

El Criticón es mucho más que la obra de Gracián en Graus, es también el nombre del restaurante, un punto de encuentro que rinde culto a la obra literaria del siglo de oro a través de los platos preparados por el chef J. Gibanel. Cada día el restaurante remoza su menú para ofrecer tres entrantes, tres principales, postres, y con un menú degustación especial para los fines de semana. La Escalibada de cecina ahumada, el Rissotto de setas y jamón, Entrecot a la brasa o Medallones de jarrete de cordero son algunas de sus propuestas. Además, la propuesta culinaria se completa con otros dos establecimientos cercanos al hotel y que comparten su proyecto: la “Divinoteca del Angelus” y el café “La Casa del barón”. Graus es definitivamente, hogar de reyes.

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