Edificado a principios del siglo XVII por el marqués Baldinucci, tesorero del Papa, el Palacio Jacomettu-Ciofi es un rincón muy particular de Florencia, en el que el lujo, la gastronomía y el descanso se dan la mano. El nombre del inmueble se corresponde con la familia que lo compró al noble, que lo decoró con frescos y muebles de época, así como una sala de música y un pequeño teatro privado que aún hoy perviven, junto a las dos columnas de granito que jalonan la entrada y que fueron traídas de Roma.
El por qué de esta supervivencia se debe a una gran restauración que, manteniendo la historicidad del edificio, convirtió al palacio en un hotel de lujo, el Relais Santa Croce, que se ha estrenado este año como parte de la cadena Relais & Chateaux. Situado a dos minutos de la basílica del mismo nombre, en el 87 de la via Ghibellina, en pleno corazón de la ciudad (es un poco complicado llegar si no se conocen bien las callejuelas de Florencia), dos restaurantes: el Guelfi e Ghibellini, que ofrece una carta de temporada (entre 50 y 100 € por persona), y un segundo, en el mismo edificio pero no perteneciente al hotel, que cuenta con tres estrellas Michelin en su haber: la Enoteca Pinchiorri, en el que no falta, cuando toca, un menú degustación basado en la trufa blanca.
Disfrutar de una noche en alguna de las 13 habitaciones del Relais Santa Croce es posible a partir de 300 €. Si se prefiere una de sus 11 suites, el precio asciende a 700 €. Se admiten perros y, si es posible, escoja una habitación con terraza o en las plantas superiores. Las vistas que gozará justificarán, de sobra, el precio.
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