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Valluga, un hotel boutique con spa en St. Anton

La estación alpina tiene en este hotel todo un ejemplo de que se puede utilizar el minimalismo para diseñar espacios confortables.

St. Anton am Arlberg es una de las estaciones de esquí más afamadas de los Alpes. Se encuentra en el Tirol austriaco, al pie del Paso de Arlberg, presidido por un pueblo de menos de 3.000 habitantes que se encargan de que, cada invierno, esté todo perfecto para los miles de aficionados al esquí que llenarán sus calles, los teleféricos y telesillas, sus resorts... todos situados entre los 1.300 y los 2.800 metros sobre el nivel del mar.

Allí se encuentra el hotel Valluga, una antigua casa de huéspedes que ha sido restaurada para albergar a esquiadores que buscan más un reposo confortable, acorde con las necesidades del siglo XXI, que un espacio nostálgico por el que parece que no han pasado los años, con las típicas decoraciones sobrecargadas de motivos alpinos. De hecho, si por algo destaca este establecimiento es por su cuidado minimalismo y la ausencia de barroquismos, sin que por ello su exterior deje de ser el de la típica gran casona tirolesa, con muchas ventanas y balcones de madera.

Construido inicialmente en 1952, las 21 habitaciones del complejo (desde 70 €/noche) están equipadas con grandes camas, confortables sofás y muebles de madera que no chocan con el resto de la decoración del hotel. Con conexión a Internet gratuita, así como traslado a los teleféricos, destaca en sus instalaciones su spa. Este cuenta con cuatro saunas, duchas termales, una gran piscina cubierta, salas de masajes y tratamientos y sala de relajación con camas de agua. Además, aquel que no tenga suficiente con el ejercicio de descender montañas, puede seguir haciendo ejercicio en la sala de fitness, equipada con máquinas de la firma Technogym.

Su bar quiere ser lugar de reunión después de una larga jornada de esquí. Es por ello que está equipado con grandes y cómodos sofás para compartir con amigos, y el ambiente musical es agradable. No faltan en él periódicos internacionales, una carta completa de cócteles, snacks para picar o el clásico 'glühwein', el ponche de vino caliente perfecto para reponer fuerzas. Y todo ello complementando al restaurante del hotel, con comida típica tirolesa.

Comodidad, buena comida y el mejor descanso están asegurados.

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