Napoleón III y Eugenia de Montijo quisieron agradacer a las Juntas Generales de Vizcaya, en 1856, el nombramiento de su hijo Eugenio Bonaparte como vizcaíno de origen. El mejor modo que encontraron fue levantando un majestuoso castillo allí donde se encontraba una antigua torre de vigilancia en ruinas. Aunque conservaron la estructura de ésta, los arquitectos de la Casa Real francesa dejaron una auténtica joya que aún hoy deslumbra a los que visitan este rincón del País Vasco.
Así, la localidad de Arteaga presume desde entonces de poseer en plena reserva de la biosfera un palacio neomedieval, con torreón neogótico a modo de torre del homenaje y que toma como referencia la arquitectura gótica francesa y el Romanticismo. Reconvertido en hotel con los albores del siglo XXI, el actual Hotel Castillo de Arteaga es un marco único para escapadas de fin de semana, especialmente en pareja, o incluso para casarse entre sus cuidados jardines y con las vistas del valle de Urdaibai al fondo.
Con seis suites y siete habitaciones completamente equipadas, el castillo mantiene su distribución original sin desdeñar en detalles. Cada habitación es diferente y no faltan ni las medievales almenas y muros de piedra de mampostería a un mobiliario rico en matices históricos, lo que incluye amplísimas camas dignas de los emperadores que lo mandaron reconstruir.
No hace falta pasar aquí la noche para disfrutar de sus encantos, en tanto que cuenta con un impresionante restaurante que está a la altura de otros templos gastronómicos vascos más conocidos. Perteneciente a la cadena de hotelería de lujo Relais & Châteaux, es posible pernoctar aquí a partir de 160 €/noche. ¿Nos pedimos la Suite Napoleón, su habitación estrella?
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