El panorama hotelero de Francia lo pedía a gritos. Los hoteles W se han convertido en auténticos adalides de la vanguardia y el diseño, e ira impensable que en una de las capitales de la cultura contemporánea, París, no hubiera un establecimiento de la cadena. La inauguración hace unos meses del primero, en el distrito de la Ópera de la ciudad, a un paso del boulevard Faubourg Saint-Honoré y, por tanto, de las mejores tiendas, acabó con la polémica.
Y las espectativas han sido superadas con nota. Partiendo de un inmueble inmejorable: un edificio del siglo XIX que ha sido rehabilitado por dentro, respetando la fachada histórica; se ha decorado con interesantes obras de arte de vanguardia, instalaciones que, como ocurre en los W, convierten al hotel en un auténtico museo.
Sus 91 habitaciones y suites, en las que no faltan sábanas del mejor algodón egipcio, también cuentan con una decoración colorista y llena de detalles artísticos, pero no por ello ceden un milímetro al confort. Planteadas para que sean abiertas, eludiendo tabiques y divisiones innecesarias, mezclan el interiorismo elegante y clásico con colores fluorescentes, juegos de luces y espacios que mezclan diferentes funcionalidades.
En su oferta gastronómica destaca el espacio de Sergi Arola, con impresionantes vistas a la Ópera Garnier. En el restaurante del catalán destaca el Steak Tartar, el carapaccio de langostinos con puré de almendras o una particular Tortilla Española con compota de cebolla entre otros originales ingredientes.
A partir de 390 €/noche, es posible organizar una jornada de compras única, con lo mejor del diseño y una cena de altura... o un 'brunch', eso depende del huésped...
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