Con el lema "No solo otro hotel, es un estilo de vida" abrió sus puertas el Buddha-Bar de Budapest. Lo hacía con la referencia clara del parisino, convertido en Meca del 'chill out' y la música disco y con las mismas ganas de convertirse en un punto de inflexión en la oferta más moderna de la capital. Si Budapest siempre fue una ciudad de diversión y buenos clubes, ahora mucho más.
El Buddha-Bar Hotel ocupa el Palacio Klotilde, donde, además del club, se encuentra un impresionante hotel de cinco estrellas con una decoración claramente oriental. Lacados rojos es la base sobre la que giran habitaciones, pasillos, restaurante... Es el color de las paredes, de los sofás, de las almohadas, de la alfombra... un tono pasional que crea atmósferas únicas, siempre con detalles que nos transportan a Asia, bien con estatuas doradas gigantes de Buda o con la imaginería propia del Lejano Oriente y el Sudeste Asiático, fusionadas.
El establecimiento cuenta con 102 habitaciones y suites, todas con ese estilo colonial y con amplios baños llenos de amenities para los adictos a los cosméticos. En ellas, una máquina de Nespresso y acceso ilimitado a toda la colección musical de Buddha-Bar.
Su restaurante mezcla sabores japoneses, chinos, tailandeses e hindúes, bajo una batuta de clara influencia francesa. El resultado: platos fusión en los que la soja y el curry tienen mucho que decir, así como la leche de coco; todo en un marco dorado de grandes lámparas que sólo abre para servir cenas (con terraza cuando el tiempo así lo permite). Para comidas casuales durante todo el día, hay que ir al Siddharta Café, con una selección de cajas Bento.
Pero la comida y la buena música, con diferentes sesiones a lo largo de la semana, no es lo único interesante. También destaca el Buddhattitude Spa, una experiencia única en termalismo que, cómo no, también fusiona las antiguas tradiciones de masaje y relajación asiáticas con beneficios y experiencias sensoriales más modernas. En su carta de tratamientos: aceite de masaje de frutas orgánicas, facial con ácido hialurónico con mascarilla de caviar y colágeno o manicuras con Shellac.
A partir de 100 €/noche, mucho más que una indulgencia musical.
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