A los pies de las montañas Yanshan se encuentra un bucólico lago, el Yanqi. A 60 kilómetros del centro de Pekín, se trata de un lugar de retiro para muchos pekineses desde que fuera abierto al público en 1987. Es tal el fervor por pasar allí fines de semana que sus paisajes ya han sido catalogados como de los más bonitos del país. A su alrededor se ha creado toda una industria de ocio y descanso, en la que no podían faltar los hoteles.
Uno de los más recientes en abrir sus puertas ha sido el Sunrise Kempinski, sin duda otra proeza de la arquitectura de diseño de vanguardia. Y es que solo la forma del edificio ya merece la pena acercarse a verlo. Se trata de un gran disco, ovalado de forma perpendicular al lago y sin ningún edificio a la redonda, por lo que casi parece una nave extraterrestre recién aterrizada junto al agua. De noche, iluminado, da aun más esa sensación.
Con 306 habitaciones y suites con vistas al lago, todo en él está pensado para el entretenimiento. Como buen resort, no será, por ejemplo, por falta de oferta culinaria. El lujoso hotel incluye nueve restaurantes y bares: desde una cervecería alemana creada junto a la firma Paulaner a un restaurante tradicional chino de cocina de autor, el Magnolia, pasando por una casa de té, una pastelería o el Elements, con cocina a la vista y lo mejor de la tradición mediterránea.
Además hay que sumar jardines, un campo de golf de 18 hoyos, una marina privada, botes electrónicos para los perezosos a la hora de remar, el Spa Kempinski y un completo gimnasio.
Con un interiorismo creado por la firma DiLeonardo, la decoración del hotel tiene como objetivo "enmarcar la vista", como si cada ventana fuera una fotografía del paisaje exterior, e incluso en algunas zonas de dentro del hotel. Sin duda, un lugar mágico por dentro y por fuera (desde 190 €/noche).
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
