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Relajarse en una isla privada con castillo al sur de Irlanda

Sin duda, pocas ofertas son más apetecibles para una escapada que el rincón de intimidad y placer para los sentidos que ofrece el castillo de Waterford, todo un sinónimo de lujo y pomposidad.

Cuenta la historia que el primer castillo de Waterford ya se creó allí, en una pequeña isla a la orilla del río Suir, formando el conocido como Canal del Rey, y a no demasiada distancia navegando de la salida al Atlántico, en las postrimerías del Canal de San Jorge.

Estamos en el sureste de Irlanda, una tierra en la que los grandes prados e inmensos bosques se suceden al mismo tiempo que las playas y recodos en la costa, en una ciudad mágica como es Waterford, la capital vikinga de la isla, de las primeras en ser fundadas y que mantiene intacta una historia milenaria.

Pero si el primer castillo fue del siglo VI, lo que nos espera es una reconstrucción no menos interesante del siglo XVI. De hecho, la magia comienza mucho antes de ver su estructura almenada, las torres románticas, los pequeños ventanales en la gruesa piedra... Y todo porque para llegar hasta allí no hay carretera convencional, o más bien un puente que permita cruzar el canal. Para preservar la intimidad de los habitantes del mismo, funciona un peculiar paso a través de un trasbordador que, cada 20 minutos, cruza el río de un lado a otro.

Lo que nos espera en la otra orilla es un minibosque donde la vegetación impide ver el castillo. Es tal la frondosidad que hay habilitados caminos de senderismo abiertos al público. Y es que, aunque el castillo y su área sean privados, es de paso abierto. Algo más de un kilómetro de camino y ahí está: el castillo de Waterford, en todo su esplendor.

Nada más cruzar el umbral nos espera un recibidor amplio, de corte medieval, con una gigantesca chimenea y adornos en las paredes. Una pequeña mesa de madera en una esquina hace las veces de recepción, y grandes sofás en medio permiten un descanso. A su alrededor se suceden los pasillos y las escaleras que llevan a su decena de habitaciones, cinco de ellas suites (una Presidencial).

En ellas, el tiempo parece haberse detenido a principios de siglo. Y no porque el propietario australiano de orígenes irlandeses no haya querido dotar al castillo de lo último en calefacción, multimedia o comodidad; sino porque se mantiene el estilo clásico en cada detalle, como los baños, dignos de una casa de muñecas, donde las amenities tienen la firma de The Hand Made Soap Company. Además, las actividades también recuerdan a otras épocas, como el tiro al pichón, el tiro con arco, la cetrería con halcones, el cróquet o tenis, entre otras muchas posibilidades de ocio.

Además, el complejo cuenta con un campo de golf dentro de la isla, a un centenar de metros del castillo, con su propio club y donde se puede disfrutar de todos los snacks irlandeses, así como de una gran carta de cervezas. Son muchos los ciudadanos de Waterford que lo escogen para jugar unos hoyos.

A partir de 160 €/noche, desayuno incluido, es posible disfrutar de este cinco estrellas que recibió el Premio al Mejor Restaurante de Hotel de Irlanda (por el Munster Room, un espacio acogedor con cocina de autor y que solo abre para cenas).

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